POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Decían mis alumnos en Gijón que mis clases de Física siempre se «adornaban» con historias de milicia universitaria, de amoríos regios o afines y con vivencias de Sahagún y «mi colegio», como así llamaba al centro de Enseñanza Media que allí dirigí.
En estos días de junio, a partir de hoy 12, Sahagún celebra sus fiestas patronales en honor de SAN JUAN DE SAHAGÚN (Sahagún 1419-Salamanca 1479).
Volviendo, pues, a mi actividad de Profesor de Física, intentaré ensamblar tres historias en una sola.-Si ustedes visitan Salamanca, ciudad donde San Juan de Sahagún dedicó su apostolado y yo estuve destinado en el Regimiento de Ingenieros como ALFEREZ DE COMPLEMENTO, verán dos calles de nombre singular: la del TENTENECIO y la del POZO AMARILLO.
En la primera , con el grito de ¡Tente, necio!, San Juan logró detener a un toro bravo que, corriendo por la calle, ponía en peligro la vida de las gentes; en la segunda, San Juan salvó la vida de un niño que, caído en un pozo, se hubiera ahogado si el santo no llega a intervenir.
Vayamos ahora con la tercera.
En aquellos tiempos del siglo XV, aunque no había «Sálvame», los amores y amoríos de personajes importantes eran fuente de rumores que circulaban entre la población. Y sucedió que un alto cargo de la Administración salmantina, verduscón y adúltero, se arrepintió de su pecado a causa de un sermón que predicó San Juan de Sahagún en la iglesia de San Blas… y apartó a la amante de su lado. Esta, enojada por la pérdida de amor y de dineros, contrató a unos sicarios para dar muerte al santo fraile, que murió envenenado («emponzoñado», se decía entonces) en su convento salmantino.
Sahagún, milicia universitaria, pornohistoria y enseñanza de la Física. ¡Qué recuerdos reviven al ver la iglesia sahagunera de San Juan!