«CON SU TRABAJO, ENSEÑÓ A QUERER LAS COSAS DE CARTAGENA Y DE SUS GENTES»
Con la muerte de José Monerri, Cartagena pierde a uno de sus personajes más castizos y singulares; a uno de los últimos herederos de aquella ciudad entrañable que su amigo Isidoro Valverde radiografió con maestría, y a la que él también aludía frecuentemente en sus artículos. Pepe amaba profundamente las cosas de su tierra, a la que sirvió como mejor sabía hacer: escribiendo.
Hace un mes que firmó su último artículo en estas mismas páginas, en las que fue fijo durante casi medio siglo y un referente para toda Cartagena, donde era muy popular. También en `La Verdad´ fue maestro de periodistas por su conocimiento y actitud ejemplar. En la época en la que aún frecuentaba la Redacción, no hacía falta que diera consejos a nadie: bastaba con verle actuar y escucharle sus anécdotas con algún bisoño plumilla al que se vio obligado a adiestrar. «Que no se te olvide que tú eres de `La Verdad´», solía decir a los más jóvenes, transmitiéndoles con ello tanta seguridad como responsabilidad. Y siempre alentó al `pisotón´: la anticipación como prueba de profesionalidad.
Pero sobre todo, Monerri enseñó con su trabajo a querer las cosas de Cartagena y de sus gentes. Porque conocía mejor que nadie a las personas que construyeron la ciudad moderna, dominaba su historia, sentía sus costumbres y tradiciones -en especial la Semana Santa, de la que fue pregonero y procesionista del año-y se comprometía con todo aquello que consideraba bueno para ella.
Su nombramiento en 1997 como cronista oficial de la ciudad le hizo especial ilusión porque lo entendió como un premio a la labor periodística en general, aunque en realidad fue un merecidísimo reconocimiento personal a tantos años de servicio a su ciudad. En aquella época publicó una serie de artículos señalando los edificios más singulares del casco histórico que estaban en peligro, recopilados en un libro imprescindible: `El patrimonio de Cartagena y sus gentes´. Acabado aquel trabajo, le propuse recordar la historia de las calles de la ciudad y de sus vecinos más ilustres y populares. En ello trabajó durante los últimos seis años, atendiendo también con cariño, esmero y profesionalidad sus obligaciones como cronista.
Ahora echaremos de menos en estas páginas sus repasos dominicales a las cosas que más le llamaban la atención. Siempre optimista y tremendamente constructivo, últimamente nos advertía en su sección `Calle Mayor´ del gran futuro que aguarda a Cartagena a la vuelta de esta crisis que tanta destrucción provoca. Él ya no lo verá, pero sus lectores le recordaremos cuando eso sea una realidad. Descanse en paz quien fue maestro de periodistas, pero sobre todo una persona excepcional.
Fuente: http://www.laverdad.es/ – Gregorio Mármol