POR ÁNGEL DEL RÍO, CRONISTA OFICIAL DE GETAFE Y MADRID

A la fuente de la Cibeles le ha llegado la hora de introducirle algunas modificaciones y contribuir al ahorro energético. Se trata de sustituir la actual luminaria convencional por otra de lámparas de diodos LED, que consumen mucho menos, hasta un ahorro del 80 por ciento, que es mucho ahorro. Esta operación va a dejar en el dique seco a nuestra diosa durante cinco semanas, pues habrá de vaciarse su pileta y el conjunto permanecerá vallado. No representa mayor inconveniente que para los turistas que vengan a visitarnos y quieran llevarse una fotografía de unos de los monumentos más emblemáticos de la villa y corte. Tampoco el Real Madrid va a tener nada que celebrar en esas cinco semanas como para que la Cibeles no pueda estar oculta a los seguidores blancos, a no ser que se celebre allí la despedida del entrenador, de Ancelotti, por un decir.

No es la primera vez que la Cibeles va a ser vallada. Lo fue durante la guerra civil para evitar que las bombas se la llevaran por delante. Ha sido vallada cada vez que en ella se ha producido un accidente, es decir, cada vez que un vehículo se ha precipitado contra ella, y esto ha sucedido en más de una ocasión; vallada cada vez que se ha procedido a su limpieza o reparación, incluida la reposición del brazo de la diosa que le fue salvajemente arrancado en una noche de fiebre blanca.

Y ahora que hablamos de la fuente de la Cibeles con motivo de la sustitución del alumbrado tradicional por otro más moderno y económico, no me resisto a contar dos anécdotas un tanto peculiares que metieron a esta fuente en la historia menuda de la villa. La primera de ellas, cuando hace algunas décadas, todos los taxistas arrojaron sus gorras a la pileta, en protesta por la decisión municipal que les obligaba a llevarlas, como parte del uniforme, bajo el tórrido sol agosteño y sin aire acondicionado en sus coches. La segunda tiene que ver con un descubrimiento personal que hice: la primitiva reja de hierro forjado que rodeaba la fuente y que un día se desmontó, es la reja que ahora orilla el Escuadrón de la Policía Municipal en la Casa de Campo.

Fuente: http://madridiario.es/