POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

La Fiesta del Trabajo en 1913

Los obreros asociados de Torrevieja acordaron en el año1913 celebrar la Fiesta del Trabajo A las tres de la tarde del primero de mayo salieron en manifestación del local social, situado en la calle San Pascual, esquina con la de Orihuela, cada oficio precedido de su bandera o de su estandarte: “La Verdad”, sociedad de los obreros de las barcazas; “La Igualdad”, sociedad de los obreros salineros; “La Unión”, con su magnífico estandarte bordado, del gremio de la fábrica; “El Porvenir”, de obreros de vagones; “La Prosperidad”, con su precioso estandarte bordado, de la sociedad de albañiles; y “La Nautilus”, de los pescadores.

Recorrió las calles Orihuela, Quiroga (Ramón Gallud) y Plaza de la Constitución, donde se destacó una comisión para presentar al señor alcalde, para que este las transmitiera al Gobierno, las siguientes conclusiones:

Primera.- Jornada de ocho horas.

Segunda: Supresión de la pena de muerte.

Tercera: El Mantenimiento de la paz.

Cuarta: La abolición de la Ley de Jurisdicciones.

Quinta: Exacto cumplimiento de todas las leyes sociales.

Al salir del Ayuntamiento, encaminándose por las calles Concepción, Paseo del Duque de la Victoria (Vista Alegre), Plaza de Castellar, Espoz y Mina (María Parodi), Caballero de Rodas, Capdepon, San Pascual, Paz, al local social.

Durante el trayecto, dieron vivas a la Fiesta del Trabajo y a la unión de los trabajadores. Una banda de música amenizó el acto tocando bonitas piezas de su repertorio y entre ellas `La Marsellesa´.

Fue un acto grandioso, serio, ordenado, sin accidente alguno, que honró a la clase trabajadora de Torrevieja y a la que asoció todo el pueblo.

Dentro de los escasos medios que se disponían para procurar que la Fiesta del Trabajo tuviera un buen remate, acordaron los obreros celebrar una velada en el local social, teniendo lugar un acto a las nueve y media de la noche.

Antes de empezar la sesión, visitó el local el alcalde de Torrevieja, Acacio Rebagliato Quesada, y Luis Campos, que fueron atendidos por los obreros.

Es salón estaba adornado con muy buen gusto. En el testero principal figuraba el retrato de del fundador del Socialismo en España, Pablo Iglesias, rodeado de flores y hojas de laurel, bajo un dosel. Las columnas que sustentaban el peso del techo estaban adornadas con hojas de palmeras y follaje y adosados a las paredes los magníficos estandartes de las agrupaciones allí congregadas. Daban un soberbio golpe de vista.

La concurrencia, dentro y fuera del salón era enorme, y entre ella había numerosa afluencia de mujeres.

El presidente Rafael Andreu abrió la sesión a las diez menos diez minutos. Aconsejó “unión, principalmente a los jóvenes, respeto a las autoridades y amor a las ideas redentoras de la humanidad”. Y concedió la palabra a Blas Alarcón, que dijo que era “un triunfo de los obreros rendidos y conscientes la Fiesta del Trabajo que en ese día se celebraba. Los obreros deben tener una sola idea y una sola voluntad, para hacerse fuertes por la cultura. Somos los parias modernos y somos los productores de todo, pues unámosnos para ser la palanca poderosa derribe todo lo que se oponga a nuestra existencia”. Recibió muchos aplausos.

Habló después Juan Samper Fortepiani, elogiando a los oradores y pidió benevolencia. Continuó diciendo que sentía las ideas redentoras desde niño y que aspiraba a que pronto fueran un hecho las conclusiones presentadas a la autoridad. Comentó esas conclusiones con mucha elocuencia y ensalzó los ventajas de esa mejora para la clase trabajadora, que de ser ley podría dedicar ocho horas al trabajo, ocho a instruirse y ocho al descanso. Abogó por la abolición de la pena de muerte, baldón de los pueblos cultos y que se llamaban civilizados. Indicando que debían oponerse los obreros a la guerra, porque hasta ese momento sólo los obreros iban a ella, sufriendo los horrores del “Barranco de Lobos” –refiriéndose a la guerra en Marruecos-, restándose con ello, según dijo, brazos al trabajo y a la producción. Abominó la Ley de Jurisdicciones, avergonzándose de que fuera promulgada por un Gobierno que se llamaba liberal. Sobre la ampliación de las leyes sociales habló bien y extensamente y con verdadero conocimiento de la materia. Fue interrumpido con frecuencia con bravos que resonaron muy fuertes más fuertes al terminar.

A continuación habló Antonio Rovira diciendo: “Después de nueve años de huida del obrero de la casa solariega, vuelve a ella con más entusiasmo pero es menester que sea duradero”. Dijo que iba a “sacar algunas espinas” pero que eran necesarias las verdades. Saludó a los jóvenes y dijo que los obreros sabían lo que hacían y cumplían con su deber no encontraban capataz malo. También dijo que promovía “atraer a todos los obreros y no mofarse unos de otros, ya que eso no es propio de hombres, es mejor hacer notar una falta al que la tenga para que la corrija”. Recibió muchos aplausos.

Concedió la palabra a Ángel Alarcón, que empezó diciendo que estaba muy emocionado, porque veía el entusiasmo la unión de los obreros, por lo que tanto había trabajado. Diciéndoles a sus compañeros: “No seáis frágiles de memoria y faltos de espíritu, ya que hay muchas cosas que debéis retener. Hasta los patronos están asociados para sus fines particulares, pues el obrero debe asociarse mejor, para que no abusen de él y no para necesidad, que hay hombres que están peor que los perros. Mi pensamiento y mi sangre quisiera meterlos en el cuerpo de todos los obreros. Unión, ese es el bien del obrero”. Recibió muchos aplausos.

El médico Francisco Escribano, en nombre de los periodistas saludó a los obreros como compañero porque “yo también soy un obrero de la inteligencia”, deseando a todos constancia y unión, aconsejándoles el “alejamiento de la taberna” y aconsejándoles “instrucción como fuente fecunda de bienes”. Fue aplaudido.

Hizo el resumen del acto el presidente, elogiando a los oradores que le precedieron y felicitando la gran manifestación y el resultado brillante de esa velada. Se dieron vivas al socialismo, a los trabajadores, a las reivindicaciones sociales, a Torrevieja libre y a Pablo Iglesias.

La Fiesta del Primero de Mayo en Torrevieja no tuvo nada que envidiar a las que se celebraron en las grandes capitales, por la cordura de y sensatez de los obreros, así como por el pueblo entero que cooperó con la asistencia al esplendor del acto.

Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 30 de noviembre de 2013