
POR FRANCISCO CILLÁN CILLÁN, CRONISTA OFICIAL DE PUERTO DE SANTA CRUZ Y SANTA CRUZ DE LA SIERRA (CÁCERES)
En los primeros años del siglo XXI. el párroco, don José Gómez, restauró el re tablo y cambió la vetusta imagen de cartón piedra, de escaso valor artístico y muy deteriorada por una imagen de madera policromada, réplica de un Cristo yacente que está en la ermita de Cantarranas de Ceclavín (Cáceres), atribuido a la escuela del es cultor vallisoletano Gregorio Hernández11. Uno de los grandes imagineros del siglo XVII español. Se hicieron cuatro copias con la autorización del obispo de la diócesis de Coria-Cáceres don Jesús Domínguez, con la condición de que ninguna fuese yacente.
10.- Vid. Cillán, F.: 1999: 67.
11.- Recordemos que el Cristo decimonónico se retiró de la veneración del público por su estado de conser vación y se colocó en el coro del templo.
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Las otras reproducciones están en San Juan de los Majarretes de Valencia de Alcántara, Santa María de Don Benito y en el convento de las Claras de Trujillo. El altar es peni tencial como era la Cofradía de su titular, que mandó erigirlo en honor a
su patrono, y los signos de la pasión en relieve aparecen en cuatro círculos. A la derecha, mirando de frente, se muestran los hechos previos a la crucifixión: La flagelación está representada por dos flagelos; la negación de Pedro, por el gallo; la diversión de los soldados mien tras Jesucristo sufría y agonizaba en la cruz, por el juego de dados; y la bofetada, por el guante. En la izquierda están elementos relacionados con la muerte en la cruz: Las tenazas y el martillo, instrumentos usados en la crucifixión; y ocupan el último círculo la esponja en la punta de la lanza y las escaleras, necesarias para el descendimiento de Cristo. En el coronamiento de este altar aparece el cartel con el monograma de Cristo o el crismón XPT, formado por las consonantes griegas X (ji) = kh, P (ro) = r, y T (tau) = t, que da en caracteres latinos Khristo, usado frecuentemente en siglos pasados para escribir dicho nombre.
Pocos años después, a los pies de la cruz y adosado a ella, colocó el citado párroco un relicario de la Vera Cruz, que en su día perteneció a la Congregación de San Felipe Neri de Talavera de la Reina. Consiste en una cruz barroca de plata que en su interior contiene una estillita de la Cruz de Cristo y una reliquia del fundador de la congrega
ción. Su procedencia es testimonio de autenticidad, certificada por un cardenal, cuyo nombre no recuerdo. Ha sido preparada e introducida en una caja metálica por el mencionado sacerdote para evitar su deterioro. En honor al Santísimo Cristo se canta el siguiente himno en el día de su fiesta:
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Himno al Santísimo Cristo del Perdón
Santísimo Cristo, Amor verdadero,
Santa Cruz hoy viene tu Cruz a adorar,
pues quiere que sea el Santo Madero
su escudo, su gloria, su casa y su altar.
Estribillo
Cristo del Perdón,
rosas de esperanza
por clavos y lanzas
tus heridas son.
Santa Cruz “tu Sierra”
calvario es de amor,
para tu dolor,
que dolor destierra.
Viajeros del mundo en pos del destino
que Tú nos señalas con trazos de luz,
hacemos hoy alto en nuestro camino,
buscando la sombra de tu Santa Cruz.
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Estribillo: Cristo del Perdón …
Santísimo Cristo, Amor verdadero,
Santa Cruz hoy viene tu Cruz a adorar,
pues quiere que sea el santo Madero
su escudo, su gloria, su casa y su altar12.
Los festejos de este Patrón en Santa Cruz coinciden con los realizados para la Vera Cruz y de ahí que se hayan confundido ambas festividades. Su comienzo es al atardecer del día 13 de septiembre, con la “Velá” del Cristo de antigüedad reconocida, que con serva ancestrales costumbres, relacionadas con el fuego. Actualmente, algunos mozos del pueblo, previamente a los actos religiosos, construyen tres chozos con cañas, paja y materiales muy fungibles. Colocan el primero en la plaza de la iglesia, próximo por donde sale actualmente la procesión, aunque será el último en encenderse. El segundo está en la plazoleta del Fraile, que comienza a arder con pavorosas llamaradas cuando pasa el cortejo por dicho lugar, como lo hace el tercero que está situado en la plazuela, que forma exteriormente el ábside del templo con la casa de los Torres Hinojosas y otras viviendas, y el último en arder es el de la plaza mayor o de la iglesia, que lo hace cuando el cortejo se recoge en el templo.
En el siglo XIX se encargaban dos cargas de leña para la Velada del Santísimo Cris to13. A mediados del siglo XX, contaba el maestro de la localidad, don Antonio Mena, que esta tradición estaba totalmente institucionalizada, pues participaban el sacristán y un guarda del ayuntamiento en la construcción y encendido de los chozos, que se reforzaban con estopas de linos para favorecer la ignición y producir descomunales llamaradas. Previo al acto religioso los muchachos recorrían la plaza con unos “jopos” o “guisopos” hechos con una caña rematada en una bola de “estacco” de lino que una vez prendida fuego hacía de antorcha14. Cuando desaparecieron los guardas de la herman
dad de los ayuntamientos, eran los escolares de los cursos superiores los encargados de acarrear el material que se quemaba y la tradición no decayó15.
Llama la atención que esta vieja costumbre mezcla de actos profanos y religiosos no se dé en ninguna de las muchas parroquias de la diócesis de Plasencia, ni siquiera de la provincia de Cáceres, que tienen por patrón a la Vera Cruz. A nuestro entender, lo laico es anterior a la fundación del pueblo, mantenido por sus primeros habitantes o los de su entorno, que ha sido conservado durante siglos en Santa Cruz. Una vieja práctica que
12.- Este himno ha sido instituido por el citado párroco, do José Gómez. Escribió la letra: Pedro Hernán dez Sánchez. Y la música es de Emilio Bravo Jiménez.
13.- Archivo Parroquial, Sta. Cruz. Cuentas de Fábrica, año 1855. “Se compraron dos cargas de leña para la Velá del Santísimo Cristo, que junto con los ramos, tomillos y juncias que se adquirieron para el día del Corpus y el domingo de la Octava, supuso 12 r.”.
14.- Mena Ojea, 1953: 54 y ss.
15.- En tiempos pasados parece que el recorrido de la procesión era más largo y se hacía un cuarto chozo junto a la puerta trasera de la iglesia, según me confesó una informante mayor, aunque no quiso dar más detalles.
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nos hace pensar en el culto al fuego, tan celebrado por los pueblos primitivos, sobre todo para su obtención y mantenimiento, que originaron numerosos ritos. Las sacerdotisas vestales romanas se encargaban de mantener siempre viva la llama sagrada que ardía en el templo de Vesta para lo que realizaban rituales diversos. Mientras, otros pueblos menos cultos —iberos, celtas, lusitanos, vetones, etc.— hacían grandes hogueras en los terrenos más elevados de su entorno en las noches de plenilunio, y alrededor de ellas entonaban himnos de alabanza a la divinidad, o saltaban por encima de sus llamas, o cruzaban sus ascuas con los pies desnudos para purificarse. El fuego, que es necesario para la vida, se puede convertir en un poder destructivo y el hombre lo divinizó, y para purificarlo se celebraban solemnes festejos en el solsticio de verano. Es además símbolo del espíritu: “Dios está representado por las llamas que queman la zarza en el monte Sinaí mientras habla a Moisés”. Pero también fuente de castigo eterno para las almas que mueren en pe cado mortal, o de purificación para las que aún pueden salvarse desde el Purgatorio. Las culturas que nos precedieron lo tomaron como elemento purificador, y sometían a sus difuntos a la cremación para despojar los cadáveres de la envoltura corporal y dejar libre el espíritu, mientras invocaban a sus lares, conjuraban a los lemures y ensalzaban las obras del finado. El catolicismo quiso romper con estos ritos paganos, al mantener la creen cia firme de la resurrección de la carne, y los concilios de Toledo en plena Edad Media anatematizaban con frecuencia a quienes los practicaban, pero cuando no lo conseguían, como sucede con el caso que nos ocupa, las costumbres se sacralizaban. Y el fuego pasó a simbolizar la destrucción de lo viejo y lo caduco para dar gracias por la obtención de lo nuevo, por la cosecha que el hombre acaba de recolectar. Simbología fácilmente transfe rible al cristianismo, que llegó para destruir la oscuridad obsoleta del paganismo y traer una nueva luz a la humanidad. Cristo dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”16. La Vera Cruz, como primer patrón de la localidad, era la luz que venía a redimir a la humanidad, que posteriormente pasó al Cristo del Perdón, cuando se introdujo su patronazgo local, para que el pueblo lo entendiera mejor, y se instituyó la “Velá” del Cristo, la tarde anterior a la Exaltación de la Cruz. Los chozos están hechos con materiales muy fungibles y a la vez de deshecho, para que produzcan grandes llamaradas, que iluminen el cortejo, y se encienden al paso de la Cruz, que es la verdadera luz que iluminará el mundo, ante esa oscuridad del paganismo en que se vivía. Ese es el verdadero significado que quiso dar la iglesia al sacralizar esta costumbre pagana, y así durante muchos siglos se ha venido realizando.
Hoy se quieren introducir elementos nuevos, como la colocación de un pelele o muñeco de trapo en el último chozo17, que no aparece en ninguno de los documentos que he consultado, ni los más viejos del lugar afirman haberlo visto con anterioridad,
16.- Evangelio de S. Juan 8:12.
17.- La quema de peleles, por lo general, se suele hacer para castigar o ridiculizar los abusos de toda clase de poder que ha ejercido algún poderoso sobre un determinado lugar, para evitar que se repitan y por lo tanto no es el caso que nos ocupa, aunque no queramos decir con esto que no hubo abuso de poder por parte de los señores de la villa, pero no puede ser nunca la representación que se hace en este día. Vid. Cillán, F. 2013: Venta de Sata. Cruz de la Sierra…
CONTINUARÁ…
FUENTE: EL CRONISTA