POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA. CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

Desde la Edad Media, en que se tienen testimonios escritos, los uleanos eran fieles cumplidores de las leyes y, una, la más sagrada y de obligado cumplimiento, era “la ley testamentaria”, realizada ante Notario; quien daba fe de los escritos realizados por el Escribano a los que se adjuntaban las firmas de los testigos, los que sabían firmar.

Los inventarios de dotes olistas de embargos; así como particiones de fincas, viviendas, corrales y enseres varios; son datos que aportan luz a la historia de Ulea, sobre la vida cotidiana de nuestros antepasados: de la que sabemos bastante poco.

Julio Caro Baroja, daba un inmenso valor a estos documentos encontrados, en una de sus visitas al Valle de Ricote. Ulea, pequeño pueblo del Valle de Ricote, situado a unos 26 Kilómetros de Murcia, es una referencia testamentaria en toda la comarca.

La donación de los terrenos para la ubicación del cementerio Municipal de Ulea, en el siglo XVI, en el paraje de “La Capellanía”, es un fiel reflejo testamentario de la época.

También son dignos de mencionar, los terrenos ocupados por “La Ermita de San Sebastián, en las cercanías de la iglesia parroquial de Ulea, en el siglo XVII.

Otro tanto se podría decir de “Las Eras”, donadas, mediante testamento legal, al ayuntamiento, por “la familia de Rueda y Benavides” para qué, en dicho espacio de terreno se instalara el recinto ferial, en las fiestas de San Bartolomé y la Santa Cruz, en las qué, incluso, se celebraban corridas de toros.

De estos hechos tenemos documentación desde mediados del siglo XVIII, hasta principios del siglo XX concretamente, el año 1910.

A estos documentos testamentarios, oficiales, se unían todos los de los ciudadanos uleanos qué, según las autoridades notariales de la Región de Murcia, eran un ejemplo a seguir por muchos pueblos y ciudades de nuestra querida tierra.