POR HERMINIO RAMOS PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA
Siento una tremenda pena cargada de desilusión, cuando me leen las últimas noticias sobre nuestra fundación, que lleva el nombre del primer rey del Condado de las Tierras entre el Miño y el Duero convertido en reino, fundación en la que los soñadores y seguidores del iberismo, creímos ver la apertura de una nueva etapa y dadas las circunstancias del último tercio del siglo XX podría dar ese salto definitivo de una Iberia unida, durante cinco siglos luchando por esa unión y siempre malograda, unas veces malograda desde dentro y otras por esa maligna interferencia de los interesados de fuera.
Y repasar la literatura y la historia de estos intentos de la unión fracasada sería motivo de varios cursos para conocer esos trabajos que según parece solo siguen los soñadores y han hecho fracasar los fatuos, desde las crestas dinásticas a los desorientados y mal formados estadios de la más alta administración, y todo sin que hayan hablado la masa generosa y siempre abierta de esos dos pueblos que ambos lados de la célebre Raya última trazada aquel 29 de septiembre de 1864.
Toda fundación, entiendo que nace de cara a desarrollar una misión de cara al futuro y esto lo hemos visto desarrollarse espontáneamente a uno y otro lado de La Raya y huelgan los comentarios sobre las actividades de ese ejemplo magnífico que constantemente está dando Trabazos, o San Vitero y la villa, en general toda la Tierra de Alba, Tábara y Aliste o Sayago cuyo potencial tiene dos grandes puertas abiertas a través de Miranda o Fermoselle y cuyas relaciones deben cuidarse y fomentarse dadas las ventajas y posibilidades que la colaboración y la unión permiten y desarrollan con éxito.
Uno de los grandes fallos de este tiempo dedicado a comentarios dialécticos o históricos es el no haber tratado de poner en práctica programas de colaboración de todo tipo, desde los culturales a los económicos, o simplemente sociales, llegando a crear ese ambiente cercano entre la amistad, la confianza y una sensación de unidad que hace que los interlocutores se sientan formando parte común de un todo al que se le jugó una mala partida histórica.
Simplemente me gusta recordar aquellos años de la década del setenta del pasado siglo cuando un destacado grupo de comerciantes y amigos del otro lado de La Raya crearon la Asociación Amigos de Portugal, en aquel tiempo se dio el nombre a la calle Ciudad de Braganza iniciándose una activa corriente de actividades culturales de todo tipo y categoría, pregones de Semana Santa en Braganza y Miranda, semanas culturales en ambas ciudades y en Miranda nace la Asociación de Amigos de Zamora, y como complemento un grupo de niños asiste a un campamento de San Pedro de las Herrerías y otro un fin de semana a San Martín de Castañeda.
Muchas cosas se podrán decir de las fundaciones desde cómo y cuándo nacen, como quién las dirige y por qué, pero eso queda para los investigadores, ahora nuestra fundación cae y no podemos permitirlo y si en su corta vida hay sombras que se aclaren y a seguir trabajando en la línea marcada en su origen y principios, que así sea.