POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL (CÁCERES)
Los políticos, expertos en la materia y grupos ecologistas siguen reuniéndose para debatir el supuesto cambio climático (la última Cumbre finalizó en Varsovia el pasado sábado día 23); exponen las medidas a tomar para evitar lo que algunos auguran como incidencias catastróficas a medio –incluso corto– plazo, sobre todo en lo que a emisión de gases de efecto invernadero se refiere; pero regresan a sus hogares con más palabras y promesas que acuerdos llevados a la prácticas, mientras prosiguen de cuando en vez asolándonos las catástrofes naturales (la más reciente, el tifón de Filipinas), a las que relacionan con esos cambios, sin hacer hincapié en otras causas y cuantificaciones y olvidando que siempre las hubo (aunque ignoro si con la virulencia con que últimamente lo están haciendo, porque para extraer conclusiones más fidedignas necesitaríamos datos más concretos que los que antiguamente se proporcionaban). Y, mientras, diversos medios de comunicación aprovechan la ocasión para alertar al personal sobre lo que se nos avecina (lo que he leído hoy día 25 es para echarse a temblar…).
Algunos, al margen de tanta proliferación mediática, también seguimos investigando sobre tema tan trascendental (en mi caso, más de 36 años…), a la vez que exponemos los resultados (éstos no suelen tener tanta repercusión…): el último que hicimos fue hace un año, en la Revista de Estudios Extremeños, que desde 1927 edita la Diputación de Badajoz (Año 2012, Tomo LXVIII, Número III; y en http://www.di badajoz.es/cultura/ceex/index.php?cont=reex.
Pero, frecuentemente, el tiempo meteorológico también se aproxima a la realidad, como lo está haciendo en la actualidad. Puesto que, con más de un mes de anticipo, el otoño ha ido cedido el testigo ostensiblemente al invierno: justo cuando finalizaba San Martín (día 11), con su veranillo incluido y siendo fiel a la tradición («Veranillo de San Martín, que dura tres días y ¡fin!»).
Y a San Martín le siguió San Eugenio (día 14). Y, en estos tiempos en que nuestra región afortunadamente está libre del tan mediático “calentamiento” (al estar alejada de la grandes urbes y de las cada vez más humanizadas costas), en que por aquí sucede lo que casi siempre suele acontecer (con sus corrientes anomalías también, no lo olvidemos), como bien nos recuerde el sabio refranero español: «Por San Eugenio, las castañas al fuego, la leña en el hogar y las ovejas a guardar»; refrendado por este otro, «De mitad de Noviembre en adelante, el invierno es constante». ¡Y vaya si lo está siendo!…
Porque es habitual que en la última década de Noviembre sea firme el descenso de las temperaturas, que se generalicen las heladas en las mesetas, nieblas en los valles y nieve en las cumbres de Gredos; especialmente si predominan los anticiclones, como en los momentos actuales está sucediendo. Pero lo de este año lleva camino de récord porque, aunque asiduamente «Por Santa Catalina » (día 25), ya está el frío encima; o «Noviembre acabado, invierno empezado»; huelga reiterar que estamos traspasando una fase plenamente invernal, con temperaturas medias que apenas sobrepasan los 5º C, como sucedió el sábado día 23 o el domingo 24; o que en esa última fecha Navalmoral registrara la mínima de Extremadura (eso sí, en el ámbito de nuestras dehesas, lejos del casco urbano).
Así pues, esto es lo que estamos observando y así se lo transmitimos puntualmente. Y es más que evidente que, aunque Noviembre comenzó muy suave, va a finalizar como uno de los más fríos de su recorrido cronológico, porque apenas se esperan cambios en los próximos días). Algo que ya se está reiterando en los últimos años: 2010, 2008, 2007, 2005 y 2004 (por señalar los más llamativos, aunque los del calentamiento insistan en lo contrario…). Y Diciembre se vislumbra con parámetros similares, al menos en su primera quincena: con precipitaciones débiles o muy escasas y el mercurio bajo mínimos, con temperaturas más propias de un invierno frío que de un otoño templado y húmedo, que también sería lo frecuente por estos lares.
Por lo tanto, abríguense pues y comprueben que, aunque haya quien le cueste reconocerlo, aquí sigue haciendo calor en verano y frío en invierno (aunque aún no haya llegado…)