
POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Por tierras colunguesas suele aplicarse esta expresión para justificar la posible realidad de una narración: «Esti cuentu non ye cuentu, ye un cuentu que ye verdá». Así que hoy en mis «histories», y dado que son fechas «ad hoc» (¡qué cursilada! ), hablaremos del ROSCON DE REYES que, por cierto, nada tiene que ver con los Magos de Oriente que visitaron a Jesús y le rindieron honor.- Nuestra historia comienza en las fiestas saturnales romanas, aquellas que se celebraban en estos días invernales cuando «ya empiezan a notarse más horas de sol». Fiestas con jolgorio, con bailes y danzas, como amores y amoríos. Fiestas en las que se repartían panes dulces con alguna sorpresa interior para que, quien la encontrase, gozase de algún premio; por ejemplo, la libertad si era un esclavo.
Esta celebración pagana se «cristianizó», ya en los primeros siglos de nuestra era, acoplándola a la Epifanía; siendo la sorpresa «oculta» una haba (en Asturias, fabona o faba de mayo).
Y así, corre-corriendo, llegamos a la corte francesa del rey Luis XV. Este monarca, con su carga de lujo y pomposa vanidad, «enriqueció » el roscón con dos sorpresas: el haba (malo, malo) y una joyita valiosa (bueno, buena); quien encontrara la primera sería nombrado «roi de la fave»; quien hallase la segunda, sería el «roi des rois» (rey de reyes).
Felipe V, nuestro primer Borbón, introdujo en España, la costumbre francesa… y aquí seguimos con ella, pero con sorpresa de figura de plástico horrible y horrenda.
¿Tiene realmente origen romano el roscón de Reyes?
Yo creo que no, que es muy anterior y debe relacionarse con la cultura hebrea. Precisamente la palabra hebrea «hallah» tiene significado de «bollo de fiesta» y no deja de ser curioso que haya pasado a la cultura árabe y de esta a la andalusí donde las palabras «hallón», «hallullo» y «jallullo», aún vigentes en la cocina andaluza y especialmente en la granadina, refieran precisamente eso: un bollo para las fiestas de Pascua (Navidad o Resurrección).
Disfruten, pues, del ROSCON DE REYES con un buen chocolate caliente y ya saben: si encuentran la sorpresa… ¡a pagar el año que viene!