
POR HERMINIO RAMOS PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA

Su majestad Felipe VI anunció en las primeras horas como rey de España sus tres primeras visitas de un amplio recorrido, que, seguramente, no estará exento de sombras y claros deslumbrantes, como presagian estas apuestas de futuro.
Su primera visita oficial supone una de esas lecciones que por sí solas marcan un camino que llevará siempre hacia la verdad de las cosas pendientes de soluciones, imprescindibles para seguir hacia delante, sin olvidar en ningún momento que la dificultad, el error o la traición más miserable y aviesa pueden aparecer cuando menos se espera en medio de ese camino, marcado sobre nuestra propia historia.
Si la primera visita a El Vaticano está marcada con rigor, no lo está menos la segunda que adquiere dimensiones de tal trascendencia que constituye una auténtica conmoción nacional dados los tiempos que corren. Portugal, esa especie de cuenta pendiente que tiene la península desde hace varios siglos, unas veces por cuestiones dinásticas, otras por abandono de las altas instancias de ambos lados de la célebre Raya de 1864. Todo esto unido a la triste y negra intervención de los «dueños del mar» que han hecho muy difícil llegar a esa unidad soñada durante siglos, sueño que ha dormido olvidado y que encontramos reflejado en libros y en autores cargados de luz y de fuerza como Oliveira Martins o Cuenca Toribio y siempre llevando como bandera por las grandes figuras de las letras o del pensamiento como Valera, Galdós, Marañón, Gabriel, Maura o Salvador de Madariaga. La triste historia de esta separación, tiene en su haber detalles tan significativos como el célebre reparto del Nuevo Mundo celebrado en Tordesillas en la última década del siglo XV, toda una lección de los dos hermanos siempre de espaldas, pero auténticos señores de África y el Nuevo Mundo, despidiendo con una gran fiesta a la Edad Media. Una puerta abierta hacia el futuro con el que sueñan millones de portugueses y españoles.
Y por último la tercera visita es que dicen nuestros refranes; a la tercera va la vencida, puerta de nuestra historia que necesita cuidados especiales, claridad, fe y constancia. Todo lo demás vendrá por añadidura.
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