POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA
Cuando en el siglo XIII doña Velasquita Giraldez favoreció con importantes donaciones a la Cofradía de Alfayates (sastres), acogida al patronazgo de la Virgen de la Esperanza, lo hizo movida porque en los fines de la Institución se prescribía «la amistad recíproca, visitas a presos y enfermos, asistencia a los entierros de los cofrades, conducción de pobres a dormir al hospital, oir misa los sábados y guardar las fiestas…».
Y, ¡Ah fíjense en este dato!, se obligaba «a despedir al hermano que hable mal del compañero» y aquellos cofrades asistentes a la misa debían pagar a la entrada «Madeja y cera».
Y, ¿qué es la famosa MADEJA ?
Pues un donativo-tentempié a base de avellanas y vino que repartía entre los asistentes uno de los hermanos cofrades previamente designado por el «vicario escanciante».
Más aún, también fue costumbre antigua, repartir a los cofrades, en estos actos devotos a la Virgen de la Esperanza, CASTAÑAS COCIDAS, «teniendo ración de preferencia las ancianas recogidas en el Hospital y cuidaban de la Virgen y aseo de la Capilla, donde rezaban diariamente el Rosario».
Se las conocía popularmente como «LES VIEYES DE LA BALESQUIDA».
Otro dato más, muy antiguo y que bien debiera exigirse en tiempos de hoy. Léanlo y mediten sobre él: Los Cofrades, para reunirse en Junta o Cabildo, deberán ser convocados a «son de cencerru»; serán presididos por juez, mayordomo y cura párroco, bajo una imagen de la Virgen Patrona; permanecerán descubiertos y deliberarán, «SIN ESCÁNDALOS NI JURAMENTOS»; debiendo salir de la reunión «SIN SAÑA NI RENCILLA», después de rezar un «paternoster».
¿Qué ejemplos nos ofrece esta sociedad actual del siglo XXI?
Aquí tenemos a «la Balesquida», y ya desde el siglo XIII-XIV, pregonando la comprensión, la tolerancia, la amistad y el servicio a quienes lo necesitan. ¡¡¡FELIZ Y ALEGRE «MARTES DE CAMPO»!!!