2022
Dic 29 2022

POR FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES

Escribo la última crónica del presente año como repaso a un tiempo pasado, el que dejamos atrás después de doce meses. El año que intentamos olvidar las penurias de una pandemia cruel que nos hizo cambiar de hábitos y de vida. Esperamos que en el futuro sólo sea un mal recuerdo, de un período difícil que acabó con la vida de muchos de nuestros mayores. El año que termina lo hace sin grandes alharacas. El tiempo nos ha guiado por caminos de  prudencia y  reflexión. A pesar de ello, los conflictos bélicos siguen oscureciendo el horizonte de miles de seres humanos en todo el mundo, que viven pendientes de decisiones que definitivamente detengan la barbarie en lugares cercanos como Ucrania o lejanos como Yemen o Sudán. Que poco hemos aprendido de la historia de la humanidad.

En la ciudad a la que dedico mis crónicas,  todo retorna a la normalidad; el Womad hasta la bandera de gente de mil lugares, la Semana Santa recupera las calles con sus representaciones de exaltación religiosa, los turistas retornan a la vieja villa seducidos por un patrimonio arquitectónico único, el nuevo museo Helga de Alvear ambiciona habitar de forma permanente en el inventario cultural cacereño, la ciudad monumental vuelve a cobijar noches de blues y música celta, cuyos sonidos amplifican la magia de un escenario insuperable, las ferias locales se han inundado de niños, para cabalgar a lomos de los “caballitos o del “ratón vacilón”. La ciudad se despereza de penas que han transitado por los caminos de la desesperanza y la impotencia.  En el apartado de retos y desafíos se encuentra el tema minero de Valdeflores, con la oposición de quienes no quiere un foco de contaminación  en la puerta de la ciudad, para que empresas foráneas se lleven el litio a otras latitudes, para desarrollar industrias de las que en Extremadura estamos desprovistos. Un problema de difícil solución, aunque cada vez cale más en la ciudadanía que la mina saldrá adelante, a pesar de la firme barrera que custodian los que se oponen a ella, con miles de firmas y manifestaciones contrarias a una mina de litio que ya veremos cómo se desenvuelve en el futuro. Otro reto local de gran presencia mediática está relacionado con el gran Buda que se quiere ubicar en el cerro Arropez, en terrenos de una ZEPA inmensa que amputa cualquier proyecto de desarrollo en una ciudad rodeada de terrenos ultraprotegidos,  donde el sapo peregrino tiene más futuro que los humanos que la habitan. Parece ser, que se van despejando las incógnitas con respecto a un complejo budista que debe ser un atractivo más para la ciudad y sus gentes. Ojalá no sea un proyecto de los muchos que concluyen en el camino.

Este año se acaba. En unos días iniciamos nuevo calendario con nuevas aspiraciones, como corresponde a una  ciudad viva. Esperamos que se concluya definitivamente el hospital. Una carretera digna que nos comunique con la ciudad hermana de Badajoz. Que el tren no llegue tarde a ningún lugar. Acabar las circunvalaciones de la ciudad para hacerla más cómoda en los desplazamientos y traslados. Que el Centro Ibérico de Investigación y Almacenamiento de la Energía se haga realidad y que el ecopolígono, que planea iniciarse en 2023, sirva a la ciudad para progresar y avanzar hacia el futuro de forma despejada. Iremos viendo cómo viene 2023 y las sorpresas que nos tiene guardadas. Ha sido un placer compartir estas humildes crónicas con ustedes. Feliz y próspero año nuevo.

FUENTE: https://www.elperiodicoextremadura.com/caceres-local/2022/12/28/2022-80419627.html

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