BAJO LA ESPADAÑA XLVIII…MODERNISMO Y REGIONALISMO: SALVAGUARDAS DE LOS OFICIOS TRADICIONALES.

POR ANTONIO MARÍA GONZÁLEZ PADRÓN, CRONISTA OFICIAL DE TELDE (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA-CANARIAS).

Barrio de Los Llanos de San Gregorio en Telde

(Recordando al Dr. D. Pedro Almeida Cabrera) 

Cuando la sociedad europea occidental se iba despidiendo de la centuria  decimonónica a pasos agigantados, dejaba atrás viejos usos y costumbres a  golpe de yunques y fraguas cada vez más industrializada. Los telares de  Inglaterra y Cataluña se alineaban bajo los techos a dos aguas de naves  fabriles. Y poco a poco los artesanos, maestros y aprendices, abandonaban  los antiguos gremios para alistarse igualitariamente en las nuevas  organizaciones sindicales. Las ciudades se convirtieron, más que nunca, en  polos de atracción demográfica. Los estamentos del Antiguo Régimen fueron  suplantados por la nueva Sociedad de Clases. El Liberalismo, basado en el  libre comercio y la casi nula presencia del Estado en las actividades  cotidianas de los ciudadanos, se implementó con un capitalismo voraz, cada  vez más despreciativo con los derechos humanos nacidos al socaire de la  Revolución Francesa y la independencia de Estados Unidos de América. La  burguesía o nobleza del robo, como se le definió en algún momento en  Francia, fue acumulando grandes fortunas que pronto sirvieron para  subyugar a gran parte de la población. Al decir de un viejo profesor de  Derecho Constitucional, la sociedad que surge en la segunda mitad del siglo  XIX y primer cuarto del XX, se basaba en una ley por entonces casi  inmutable, unos pocos vivían muy bien porque unos muchos lo hacían muy  mal. Ante esa nueva situación socio-económica y cultural, nacieron, entre  otras, el Socialismo de Engels y Marx, así como el llamado Socialismo  Cristiano de le encíclica Rerum Novarum de León XIII en 1891.  

En el mundo del Arte, expresión palpable e identitaria de todo lo manifestado  anteriormente, surgen dos movimientos que pronto se arraigarán en las clases  dominantes y en las ciudades en donde éstas están más presentes. Es decir,  ciudades en franco desarrollo industrial y por ende megalópolis, en donde el  centro era ocupado por la burguesía y la periferia se convertía en arrabales  sin control urbanístico en donde mal vivían las clases proletarias. 

Madrid tuvo la suerte de encontrar su primer ensanche en el Paseo de  Recoletos y parte de La Castellana, así como en la Plaza de Colón. Y un  poco más avanzado el final de siglo XIX, en el desarrollo contumaz del  aristocrático y burgués Barrio de Salamanca con sus dos ejes principales de las hoy calles de Serrano y Velázquez, así como la ascendente y descendente  calle Goya. Barcelona en cambio, vio la oportunidad en lo que se llamó El  Ensanche, conjunto de calles y avenidas que, como si de un damero se  tratara, marcó las líneas de su desarrollo urbanístico. Valencia, Bilbao y otras  ciudades de la España peninsular, fueron creciendo a imitación de aquellas  dos grandes urbes.  

En el Archipiélago Canario, las viejas ciudades seguían en un profundo  letargo del que no se despertarán hasta las décadas finales del siglo XIX, la  dictadura del General Primo de Rivera, la posterior II República y la Guerra  Civil (1936-39). Pero fue a finales del siglo XIX y las dos primeras décadas  del siglo XX, cuando dos urbes insulares se lanzaron a la conquista de la  capitalidad económica, conscientes de que, tras ésta, vendría la supremacía  política. Era lo que se dio en llamar El Pleito Insular, aunque éste nació a  rebufo de los primeros gobiernos del nefasto Rey Fernando VII. Todo lo  dicho hasta ahora, viene al caso para aclarar cuales eran los panoramas socio económicos y culturales de las dos grandes urbes insulares: Las Palmas de  Gran Canaria, llamada así desde 1929 y Santa Cruz de Tenerife, ésta última  discutida capital de la provincia única hasta septiembre de 1927. Tomemos  a la capital grancanaria como ejemplo claro del desarrollo lineal de una  ciudad nacida a ambos márgenes de un barranco con una zona señorial,  Vegueta, y una zona mercantil, Triana, a imitación de la ciudad de Sevilla.  

Las Palmas de Gran Canaria, se ahogaba dentro de sus murallas y tuvo que  derribar las mismas para crecer por su parte norte, en lo que se llamó los  barrios de Arenales y Fuera de la Portada. La influencia de la colonia  inglesa, tan omnipresente en la Isla y en la Ciudad, se manifestó en la British  Town o en la Garden City, actualmente más conocida por Ciudad Jardín.  Ante el desarrollo extraordinario del primer puerto archipelágico, el de La  Luz, en la Bahía de Las Isletas, los barrios obreros, principalmente  marineros, se desarrollaron en el istmo de Guanarteme, entre las playas de  Las Canteras y Alcaravaneras, así como en las faldas de los volcanes de La  Isleta. Aunque las clases menos pudientes ya ocupaban las laderas  empinadas de los llamados Riscos, a saber: San José, San Roque, San Nicolás  y San Antonio.  

A principio de los años treinta, la vida de la ciudad se vio zarandeada por un  artista plástico y un arquitecto de gran proyección y excelentes cualidades  creativas. Nos referimos, claro está, a los hermanos Néstor y Miguel Martín Fernández de La Torre (1887-1938 y 1894-1980, respectivamente). Y con  ellos la introducción de dos corrientes arquitectónicas: el Regionalismollamado Neocanario y el Racionalismo. Si el noble edificio del hoy  transformado Hotel Santa Catalina y su cercano Pueblo Canario, son fieles  ejemplos de ese primer estilo, que nace en la revalorización de nuestra  Arquitectura Popular. De igual tendencias y gustos serán otros arquitectos  como como el tinerfeño José Enrique Marrero Regalado (1897-1956), el  grancanario Laureano de Armas Gourié (1890- 1947) y el catalán, afincado  en Gran Canaria, Laureano Arroyo y Velasco (1848-1910), se esmeran en  crear fachadas modernistas que, en ningún caso se corresponden con los  interiores tradicionales de los edificios que mantienen a aquella. será la Casa Palacio del Cabildo Insular, la Clínica de Santa Catalina, entre otros, los  ejemplos más claros del más puro Racionalismo europeo.  

Pero llegados a este punto, ¿En dónde hemos dejado el modernismo? Pues,  a decir verdad, éste es anterior a aquellos dos. Echemos un vistazo a la ciudad  tradicional, sobre todo a la Calle Mayor de Triana, donde en menos de  setenta y cinco metros lineales está representado el Modernismo en todas sus  variantes, es decir: aquel que tiene rasgos arabizantes, el que surge  directamente del gótico, el de clara influencia oriental, chinesca o nipona y  aquel otro, que por sus floridas líneas podríamos clasificarlo dentro de  naturalizante, aunque algunos suelen llamarle Vienés.  

Entre otros arquitectos, debemos destacar al Arquitecto Catalán afincado en  Gran Canaria Laureano Arroyo y Velasco, que se esmera en crear fachadas  modernistas, que en ningún caso se corresponde con los interiores  tradicionales de los edificios que mantienen a aquellas. Pero esto no es óbice  para que, en un alarde de destreza, se utilicen técnicas tradicionales de  canteros, carpinteros y mamposteros, para crear líneas del más genuino  Modern Style. Así, cuando pasemos por la Calle Mayor de Triana, Viera y  Clavijo, León y Castillo, Perojo, etc., olvidémonos del cambiante asfalto y  de las variopintas aceras, y fijemos nuestra vista en las bellísimas labores de  cantería y yesería, así como en las filigranas contenidas en la madera noble  de puertas y ventanas. Con algunos elementos foráneos tales como: las  balaustradas de los balcones, hijas de las fundiciones peninsulares y  europeas, como de idéntica procedencia son los azulejos, conocidos en estos  lares por el calificativo de Belgas, por ser de este país la mayoría de los que  se instalaron en las fachadas, no solo de las capitales canarias, sino de las  principales ciudades y villas del archipiélago. Nace a la par, entonces, otro  estilo híbrido entre el modernismo y el clasicismo que llamamos  historicismo. Aunque el mismo Laureano Arroyo, echa manos del neogótico  para algunas de sus edificaciones domésticas y también eclesiásticas como es el caso de las dos torres gemelas de la actual Basílica de San Juan Bautista  de Telde, construidas entre 1915 y 1925.  

En la década de los treinta, cuando la realización de los edificios hacía  factible el abaratamiento de los materiales constructivos, así como las  soluciones técnicas más radicales (fundición de hierros en columnas y  dinteles, así como de balaustrada, etc.), los arquitectos de Canarias se dejaron  guiar por el genio inmortal de Néstor Martín-Fernández de la Torre. Como  artista y teórico de las Artes, propagó la necesidad de conjugar desarrollo y  tradición, a manera de lo que pasaba en su admirada Barcelona, reivindicó la  necesaria revitalización de los oficios tradicionales, tales como: labrantes o  canteros, vidrieros, marmolistas, carpinteros, ebanistas y tejedores/as, en una  lucha feroz por utilizar los oficios que el tiempo estaba olvidando y  convertirlos en accionistas de los días más prometedores de nuestro  desarrollo urbano.  

Tanto la noble Ciudad de Gáldar, la bella Ciudad de Arucas y la no menos  noble y bella Ciudad de Telde, tienen ejemplos muy notables de edificios  modernistas, historicistas, racionalistas, y neocanarios. Tal vez este artículo  sirva para apreciar en lo que valen, que es mucho, estas construcciones de  las que muchas veces sentimos su abandono, cuando no su deterioro  premeditado, como ha sucedido recientemente en el centro mismo del  popular y mercantil Barrio de Los Llanos de San Gregorio en Telde, en  donde a vista de todos, en pocos meses fueron arrancando los azulejos verdes  de la fachada de una casa típicamente burguesa para, no solo adaptarla a un  nuevo estilo arquitectónico, sino lo que es más grave, a acabar con las señas  identitarias de nuestro Patrimonio Arquitectónico, en una muestra de  ignorancia supina de sus ejecutores y aberrante desidia de los gobernantes  municipales.  

No nos extrañe este ejemplo teldense. Mucho más grave fue lo acontecido  con la Casa-Palacio del Cabildo Insular de Gran Canaria. Un arquitecto  foráneo con el beneplácito de la corporación cabildicia, se permitió el lujo  de variar las líneas con las que don Miguel Martín-Fernández de la Torre  había creado su obra maestra. Y en un abuso despótico de poder, dejaron sin  efecto la máxima protección de los edificios colindantes de la calle Pérez  Galdós y Buenos Aires, para derribarlos y en su lugar levantar un nuevo  edificio que nada tiene que ver en altura y formas con todo lo que existe en  su entorno. Aun hoy no se han subsanado errores tan garrafales como los  cometidos con los sótanos-garaje al que jamás ha podido entrar vehículo  alguno. Mucho dice de la política que sobre el Patrimonio Histórico-Artístico insular se lleva a cabo desde esos despachos, cuando fueron partícipes de una  de las burlas y violaciones más grotescas y pueblerinas de los últimos  veinticinco años.  

Sean pues las palabras que aquí hemos vertido juicio contumaz en contra de  aquellos, que sin tener la mínima idea de Arquitectura y mucho menos de  Patrimonio Histórico-Artístico, se lanzan en una frenética carrera de destruir  ahora que no nos ven. Y a nuestros gobernantes, decirles que no hay más  ciego que el que no quiere ver. Tal vez llegará el tiempo en que ante estos  sacrilegios patrimoniales deberíamos actuar poniendo una cartela que dijera  algo así como: Siendo alcalde de la ciudad …. Y concejal de Urbanismo y  Patrimonio Histórico…o siendo Presidente del cabildo… siendo consejero  de Cultura y Patrimonio …. Se permitió este atentado contra el Patrimonio  Arquitectónico de la Ciudad o de la Isla. 

Animo a los canarios en general y a los teldenses en particular que defiendan  con uñas y dientes su rico Patrimonio Arquitectónico, desde las cuevas y  demás construcciones aborígenes, a los edificios más singulares que los  grandes arquitectos actuales, que haberlos haylos. Por cientos se cuentan los  magníficos edificios, que a lo largo del siglo XX y lo que llevamos del siglo  XXI, se han levantado en este archipiélago. No cometamos el error de  despreciar lo cercano, restándole valor simplemente porque es coetáneo.  

Publicado en la prensa digital Teldeactualidad el 28 de octubre de 2020. 

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