POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA
Ya es historia y como todo lo que pasa y has vivido, sientes algo tan especial que te marca para siempre. Nuestra escuela unitaria desde los seis a los catorce años está tan lejos que ni siquiera se estudia ya en la historia de la Pedagogía. Ya no hay maestros, ni enciclopedias, ni cuadernos y con estas faltas todo lo que de ellas se derivaba y marcaba unos caminos muy estrechos a veces, pero muy claros. Ya no hay maestros, se ha abandonado ese nobilísimo vocablo, base y cimiento, cuando se dice a secas, es un maestro. Mis maestros están en el fondo de mis cimientos más sólidos y seguros, Antonio Fernández Borrego, Bermillo de Sayago, septiembre de 1936, cursos 1934-36, que nos dejó ese célebre cuaderno de rotación, auténtica joya de lo que se puede hacer en una escuela cuando no se mira el reloj; Natividad Ramos Martínez, cursos 1938-40 y Mariano Esteban Sastre, curso de Prácticas 1946-47.
Con ellos conocí dos enciclopedias, la de Dalmau Carles y la de Félix Martí Alpera, en sus tres grados, auténticas claves en los tres grupos de la escuela unitaria. Por último, en mi etapa en Cabañas de Sayago, de 1955 al 62, la auténtica reina de las enciclopedias, la de Álvarez, constituyó una pieza clave como ayuda en la vida y en el desarrollo de la actividad escolar. Este éxito como libro escolar sería la despedida de un tipo de escuela. Los avances técnicos, la velocidad de los cambios sociales y de criterios cambiarían el ritmo, el proceso de desarrollo y formación del niño en esa etapa de formación, clave y definitiva, sobre la que caen de manera desordenada infinidad de tensiones, influencias y decisiones, nada o muy poco vigiladas y en muchos casos nada corregidas y adaptadas a la edad de los escolares. Cuando en estos días leo en nuestro diario que se cierra la escuela de Cabañas de Sayago, mi feudo durante esos siete años citados, en la que solo han quedado tres alumnos, hay que comenzar a pensar seriamente que no solo han pasado a la historia las enciclopedias sino que con ellas han pasado tantas cosas que obligan muy serena y seriamente a estudiar y elegir nuevos caminos, con un horizonte muy claro, o por el contrario marchar sin saber a dónde vamos. Me he preguntado muchas veces a dónde han ido a parar aquellos 26 o 28 alumnos de mi escuela de Cabañas de Sayago.
Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/