POR APULEYO SOTO, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)
Veo y veo pasear a la fina juez Alaya, que vaya por donde vaya me da mucho que pensar. ¿Qué tendrá, qué es que tendrá su rostro de porcelana, que desde prima mañana tan curtido y limpio está? Y luego, ese propio ajuar de maleta corredora y carpeta encubridora ¿adónde lo llevará?
“Párese ante mí, señora”, le dice el triste Griñán, y ella calla, pero aflora los trucos del trujimán. ¿Cómo que llevarse el pan del andaluz obrerizo no es querer rizar el rizo y pasar por bueno el mal?
Más le intenta preguntar la esfinge en rojo tallada, pues al momento no hay nada que no lo pueda probar. Probadas las mariscadas pescadas en bajamar, probadas las millonadas del ERE monumental. Parece que no es casual tanta mano saqueadora que la España entera llora como desenfreno usual.
¡Ay de mi Alaya, mal haya quien te intente retirar y hacerte simple cobaya del reptil y el calamar! Tú insiste, por caridad. Y pisa fuerte, señora, pisa, pisa, que ya es hora de saberse la verdad.