EL RIDEA ACOGIÓ UNA CHARLA DEL HISTORIADOR SOBRE EL INDIANO ASTURIANO, QUE LEGÓ TODO SU TESTAMENTO A CAUSAS BENÉFICAS
Nació el alferez real Juan Blanco en 1653 en San Juan de Berbío, junto a Infiesto, la capital de Piloña, y cuando murió en 1723, después de haber hecho fortuna en México -en lo que hoy se llama Hidalgo del Parral-, legó todo su testamento a causas benéficas. No se olvidó del rincón de Asturias en el que había nacido, por lo que dejó escrito que 82.300 pesos se destinasen a poner en marcha la Obra Pía, una institución educativa que se levantó en el centro de Infiesto que hoy es uno de los edificios más bellos que conserva en el casco urbano, con la condición de que siempre estuviese destinada a usos culturales, educativos o sanitarios. Desde entonces ha sido, entre otras cosas, centro educativo, centro de salud y biblioteca. Ahora acoge ‘La casa del tiempo’, un museo divulgativo sobre el reloj. La historia de este indiano ilustre, del que apenas se conocían datos, la contó ayer en el Real Instituto de Estudios Asturianos el historiador Andrés Martínez Vega. «La fortuna de Juan Blanco fue una de las mayores de América, por encima de 2.000.000 de pesos. Y además del dinero para la Obra Pía, legó otros 88.000 para limosnas a Santiago de Compostela, Santo Toribio de Liébana y el Pilar de Zaragoza», recuerda. El resto, se quedó en México. «Además de un hospital, una iglesia o ayudas a los pobres, también dejó 3 dotes anuales para 3 doncellas que se siguió pagando hasta 1950, con una cantidad tan elevada que cada una de ellas podía comprarse una vivienda».
Son solo algunos ejemplos de «un personaje excepcional que, además, fue pionero en Asturias en el terreno educativo, al legar la Obra Pía a Asturias, donde se enseñaban primeras letras, educación secundaria y hasta estudios equivalentes a las cátedras universitarias», destacó.
Fuente: http://www.elcomercio.es/