POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

Tuve yo un buen amigo en Sahagún (León), abogado y juez, al que gustaba criticar el método científico con este argumento, para él irrefutable: «Tomas 5 güisquis con sifón y te emborrachas; tomas 5 ginebras con sifón y te emborrachas; tomas 5 wodkas con sifón y te emborrachas; tomas 5 brandys con sifón y te emborrachas… ¿Cuál es el factor común? ¡¡EL SIFÓN!! ¡HAY QUE SUPRIMIRLO!

La Humanidad -y esto desde los tiempos más primitivos- investigó, por necesidad de mantener una despensa nutricia, diversos métodos de conservación de alimentos.

El oreo y secado al aire, la salazón, el baño en miel, el baño en vinagre… fueron los primeros «agentes conservantes». Después, ya descubierto el fuego, se comprobó que la combinación «oreo-ahumado», y salazón-ahumado eran eficaces conservantes.

En Asturias, ya finalizada la matanza del gochu (cerdo) y la elaboración de chorizos y morcillas, el paso siguiente consistía en «afumiar» (ahumar) esos embutidos con humo de leña de roble o castaño; nunca de pino o de eucalipto, pues dan olores no adecuados al caso. El resultado, de matrícula de honor.

Pero, ¡ay, amigos!, como «las ciencias adelantan que es una barbaridad», resulta que los investigadores químicos y bioquímicos descubrieron en los humos la presencia de un hidrocarburo aromático policíclico (¡madre mía, qué esdrújulos tan insultantes!), denominado «benzopireno», cuya acción en el organismo humano puede ser cancerígena.

Carnes «procesadas», que no quiere decir en espera de juicio por corrupción, sino sometidas a procesos de conservación y ahumado (incluso asados a la leña, a la brasa, a la parrilla…) son, así lo dice la OMS, potencialmente peligrosas.

Y ahora, ¿que va ser de nosotros, los asturianos, que tenemos en la fabada, en el pote y en el arroz con leche algunos de nuestros platos tradicionales? Los primeros exigen compangu (carnes, tocinos, embutidos, salazones); el otro, un baño de azúcar requemada… ¿Y qué vamos a hacer con los asados de corderos a la estaca, tan de actualidad en Lena-Quirós, aunque ya en la década de 1920 se asaban así en Colunga?

¿Y cómo orientar toda esa oferta de parrilladas de costillas, criollos y demás carnes que actualmente adornan las fiestas del Principado?

Asturianos y Asturianas (ahora se dice así): ¡La OMS nos ataca!

La OMS, a modo de confabulación judeo-masónica y de contubernio de Munich, pretende anular nuestras señas de identidad!

¡Necesitamos un nuevo Rey Pelayo para liderar nuestra cocina!

¡Rebelémonos, en manifestación pacífica, consumiendo más fabada, más pote, más chorizos, más jamón, más morcillas, más botillos, más chuletones, más corderos a la estaca…!

Y apliquemos a estas buenas gentes de la OMS los versos de Teodoro Cuesta cuando polemizaba con el profesor Diego Terrero:

«Xamás el so tufu golieren sos narices;
y en sin comer morciella, ¡son felices!»

¡Probinos!

¡Que Dios yos de salú y que San Antonio los guarde!