POR SANTOS BENÍTEZ FLORIANO. CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE CÁCERES
La grandeza del pueblo de Cáceres se manifestó plenamente cuando la Virgen de la Montaña entró en la Plaza Mayor, lugar de concurrencia de tantos eventos importantes para los cacereños, pero ninguno tan espectacular y sobrecogedor. ¡Cuánto cariño y amor hacia nuestra Madre!
¡Podríamos recordar tantas cosas del Camino!: La emoción de la salida del Santuario, cuando te portó el pueblo y te pusieron mirando hacia el Hospital para que ayudes a los enfermos; el primer homenaje en la ermita del Cristo del Amparo realizado por su Cofradía; la llegada a Fuente Concejo con la primera oración y la colocación de la vara de mando para que seas la Alcaldesa mientras permaneces en la ciudad; el acompañamiento de la Guardia Civil y de cientos de niñas y mujeres de Cáceres ataviadas con los trajes regionales extremeños o con la típica mantilla española; el impresionante paso por la hermana de honor en la travesía por la calle de Caleros; el canto en la ermita del Vaquero y en la cuesta del Maestre; el encuentro con las Cofradías del Nazareno y de la Sagrada Cena y con los Scouts en la Plazuela de Santiago; las canciones de la tuna; cuando te portaron los ediles representantes del pueblo y las autoridades civiles y militares; las dos primeras oraciones en tu honor que realizaron los máximos representantes civiles y religiosos de Cáceres; el canto del Coro Rociero de Cáceres en la Plaza de Santa María acompañado por la Banda de Música “Ciudad de Cáceres”.
Pero es en la Concatedral donde se produjo la vibración más clamorosa e intensa, cuando al entrar en ella el pueblo enardecido te cantó la oración que más complace a tu oído, la plegaria que fue compuesta en tu honor, la SALVE.
Los grandes resortes morales del alma de Cáceres son los que sacan a las gentes de sus domicilios para aclamar en las calles a la Virgen de la Montaña. Ella, ante los requiebros de sus hijos, luce en su rostro la expresión más cautivadora, donde confluyen la infinita tristeza de la Pasión por su Hijo y la inmensa alegría por el orgullo de haberlo llevado en sus entrañas y ser la Madre de Dios.
Y día a día se va desgranando el Novenario lleno de actos emotivos; es la oración vivida por todo el pueblo de Cáceres que peregrina diariamente hacia el interior de la Concatedral de Santa María, por donde pasa la ciudad entera, para demostrarte el amor y el cariño que le tenemos a nuestra Virgen de la Montaña.
Y el día 3 de Mayo, tu día, el día de la Madre, con pena pero con alegría por haberte tenido entre nosotros, te llevaremos en volandas hasta la Montaña deseando que vuelvas pronto para ayudar a todos los cacereños que necesitamos tu intercesión.
¡Qué pronto pasan estos doce días y qué duro es pensar que hasta otro año no estarás con nosotros en la ciudad, que es la tuya!
Teniendo en cuenta la originalidad de la celebración, la enorme participación social de los cacereños, la afluencia de visitantes y turistas, la potenciación de valores como la convivencia, tolerancia e identidad cultural del pueblo de Cáceres, la enorme antigüedad de la bajada de la Virgen a la ciudad, el novenario y la subida de la Virgen al Santuario, el que se celebra desde hace casi cuatro siglos todos los años, etc., considero oportuno mostrar mi adhesión a la petición realizada por la Real Cofradía de la Virgen de la Montaña de solicitar la declaración como Fiesta de Interés Turístico de Extremadura ya que cumple con todos los requisitos para que pueda aprobarse.
Ojalá la Real Cofradía de la Virgen de la Montaña pueda comunicar al pueblo de Cáceres en breves semanas que ha sido declarada la Bajada, el Novenario y la Subida de la Virgen a su Santuario Fiesta de Interés Turístico de Extremadura.