CRÓNICAS AVILESINAS: LA CASA-PALACIO DE LOS GARCÍA-PUMARINO
Ene 22 2008

POR JUSTO UREÑA Y HEVIA, CRONISTA OFICIAL DE AVILÉS

EDIFICIO. Ubicado en el número 20 de la calle de La Estación y que fue permutado por los Ponte que fue permutado por los de los señores García Pumarino. / TANIA
EDIFICIO. Ubicado en el número 20 de la calle de La Estación y que fue permutado por los Ponte que fue permutado por los de los señores García Pumarino. / TANIA

A principios del año 1770, don Manuel Francisco de Llano-Ponte, mostró su interés por adquirir la propiedad de los García-Pumarino, mediante permuta con una casa que había construido en el barrio de Sabugo, extramuros de la Villa, y sus huertas y propiedades anexas. Dicha casa subsiste en la actualidad reformada, conservando en su fachada el escudo de los Llano-Ponte entre balcones, con espantosos reclamos publicitarios que proclaman la desidia de la actuación pública en la conservación de nuestro patrimonio histórico monumental. Más como la Casa-Palacio estaba vinculada a la Capellanía, fue preciso contar con la oportuna licencia del señor provisor de la Diócesis, para que el negocio jurídico pudiera formalizarse, en aseveración de todo ello transcribimos el documento siguiente: «En la ciudad de Oviedo a 22 de junio de 1774, ante mi el escribano y testigos presente, personalmente el señor don Manuel Francisco de Llano-Ponte, dueño, señor y mayorazgo de la Casa de Ponte, sita en la parroquia de San Pedro de La Corrada, concejo de Pravia y vecino, dueño y poseedor de las de la parroquia de Soto del Barco, en el propio concejo: dijo que bajo el permiso, beneplácito y aprobación del señor provisor y vicario general de este Obispado, tiene tratado con don Fernando García-Pumarino, presbítero de esta Villa de Avilés, capellán de la Capellanía titulada de Santo Toribio de Mogrovejo, Nuestra Señora del Pilar y San Rodrigo, fundada en su ermita particular de esta Villa de Avilés y don Joaquín GarcíaPumarino hermano de dicho capellán, patrono insolidum de la referida Capellanía por una casa propia incorporada a dicha Capellanía que corresponde a la calle de Rivero y plaza pública de esta Villa, con una huerta y heredad a la parte de abajo o posterior de la misma casa, cede en permuta y cambia la casa que el señor otorgante acaba de fabricar a su misma cosa y expensas en el lugar de Sabugo, extramuros de la misma Villa, con su huerta en la parte de atrás de ella y 36 fanegas de pan de renta anuales en bienes raíces, como son casas, heredades y prados, cuyos límites y demarcaciones, los interesados y foristas especificarán en la escritura que se efectúe de otra permuta».

La casa permutada por la de los García-Pumarino, es la existente en la calle de La Estación, en Sabugo, al lado de la única casa con soportales existente frente al ábside de la iglesia vieja, en cuya fachada, como ya se dijo, figura el escudo de los Llano-Ponte. Esta familia tiene su antecedente en el matrimonio de don Victoriano de Llano, procedente de una antigua familia que remonta sus orígenes a la descendencia del conde don Piñolo, siglo XI, con solares en distintos concejos de Asturias, con doña Inés de Ponte y Busto, procedente de la antigua casa llamada de doña Palla, que se esconde entre las brumas de la leyenda, con posterior asentamiento en La Corrada, lugar del Concejo de Soto del Barco; el blasón de los Ponte consta de una espada de plata, guarnecida de oro sobre azul, apuntando hacia arriba, pasando por cuatro medias lunas en rojo y cinco flores de lis de oro, una sobre la punta de la espada y dos a cada lado, todo ello enmarcado en una bordura verde, con ocho espadas de oro con la siguiente leyenda: «Estas armas y blasón / de Ponte y de Doña Palla / preciados y antiguos son / y ganadas en batalla / cuando la restauración».

El escudo que figura en la casa, hoy número 20 de la calle de La Estación, que fue objeto de la permuta con la de los García-Pumarino está dividido en cinco cuarteles, los dos superiores corresponden a Valdés y Álvarez y los tres inferiores son, Arango, Ponte y Alonso. No es preciso esforzarse mucho para apreciar la diferencia existente entre los bienes permutados, no solo por su emplazamiento, sino también por su cabida y la extensión de los terrenos anexos, varios factores pudieron influir en el trueque; el mismo año de 1774 en el que se firma la escritura de permuta era Alcalde de Avilés, don Rodrigo de Llano-Ponte, que había sucedido a su pariente don Antonio Jacinto de Llano-Queipo y a quien a su vez sucedió don Álvaro Ramón Valdés-Ponte, también de la familia. Por otra parte don Juan de Llano-Ponte y Sierra, Deán de la catedral de Oviedo había pasado a ser Obispo auxiliar de la Diócesis en 1770, pues el titular de la misma Monseñor Pisador (1760-1791) muy quebrantado de salud residía permanentemente en Benavente, a su muerte fue don Juan obispo titular, de 1791 a 1805, no podemos olvidar que uno de los herederos, don Fernando García-Pumarino era sacerdote y capellán de la casa adjunta a la Capellanía, todo lo cual sin mayores conjeturas hace suponer con fundamento que influyó para que la permuta se formalizase. Tanto don Manuel Francisco de Llano-Ponte como otros destacados miembros de la familia, realizaron a lo largo del siglo XVIII diversas obras de transformación del inmueble así como en la calle de su situación, el propio obispo que frecuentaba la mansión de sus familiares costeó a sus expensas la reparación del pésimo pavimento de la calle de Rivero, elevando su nivel para evitar inundaciones y suprimiendo algunos soportales a fin de que no impidiesen el paso de su carroza.

Transcurren los años, don Rodrigo de Llano-Ponte contrae matrimonio con la marquesa de Ferrera, pasa a residir en el palacio y la antigua casa de los García-Pumarino enmudece y se cierra. Mas tarde, ya en 1928, se instaló en el inmueble «El Liceo Avilesino», colegio regido por el recordado sacerdote don Cándido Alonso Jorge, con un plantel de magníficos profesores, en el que asistimos a clase, por ello conocí el interior de la Casa-Palacio con su amplio zaguán, su patio de pavimento de huevo de paloma y su regia escalera de piedra con barandilla de hierro forjado.

El Liceo cerró sus puertas con la Guerra Civil, volviendo a quedar la casona deshabitada hasta que en 1939 se instalaron en ella las monjas carmelitas de clausura de Oviedo, cuyo convento había sido destruido durante la guerra, en el improvisado cenobio estuvieron hasta 1945, año en el que retornaron a su reconstruida residencia de la capital.

En 1946 la empresa cinematográfica «Prafel», solicitó licencia para instalar un cine cuyo proyecto solo dejó en pie la fachada del inmueble, una de tanta atrocidades urbanísticas que reiteradamente nos sorprenden, con las que en aras de intereses económicos, poco a poco van desapareciendo los hitos y señales de nuestro pasado.

Fuente: http://www.elcomercio.es/

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