POR JOSÉ MANUEL TROYANO VIEDMA, CRONISTA OFICIAL DE LAS VILLAS DE BEDMAR Y DE GARCIEZ (JAÉN)
El día 22/X/2021, en Madrid, el alcalde de la Villa y Corte, D. José Luis Martínez-Almeida Navascués, participó, junto a la Delegada de Cultura, Turismo y Deporte, Dª. Andrea Levy, y el concejal del distrito de Centro, D. José Fernández, con el fin de realizarle un homenaje al Decano de los cronistas de la Villa y Corte, D. Enrique de Aguinaga López, con motivo de la donación que había realizado al Museo de Historia de Madrid. Sobre el nombramiento honorífico de cronista declaró Enrique de Aguinaga: “La designación honorífica de los cronistas es un acto potestativo del Ayuntamiento. No sería apropiado atribuirle consecuencias funcionales, que requieran savia más o menos nueva, ya que la única función del cronista es de carácter pasivo, simbólico y no vinculante”. Pero la lógica merma de facultades físicas debida a la edad no le frenó para acudir a cualquier requerimiento del Ayuntamiento a los cronistas. Siempre alardeaba sobre los alcaldes que había conocido y tratado a lo largo de su vida. Conservó intactas sus facultades mentales y una extraordinaria memoria hasta los últimos días de su vida. Ello le permitía aportar una visión histórica a cuantos temas se planteaban. Gran aficionado al teatro, todavía en esta temporada de 2021/2022 había acudido a algunos de los estrenos de los teatros municipales de Madrid.
Su DESPEDIDA.
Antes de emprender su último viaje, Enrique de Aguinaga López, un gran periodista y observador de la vida cotidiana de casi todo, hizo una especie de despedida formal con un grupo de sus amigos de la Sociedad de Pensamiento Lúdico, de la que era Presidente de Honor. D. Ramón Tamames, que es el Presidente en funciones de esa Sociedad de lúdicos y pesarosos, remitió al Diario LA RAZÓN, el 20/IV/2022, dicho documento, en el que tras su lectura se puede apreciar el sentido de la vida que tenía Enrique de Aguinaga López, y cómo premonitoriamente anunciaba su marcha en la breve alocución que hizo el domingo 30 de marzo de 2022:
Un texto de Enrique de Aguinaga (1).
“Estoy solo. Cierro los ojos para aislarme más. En la oscuridad, mis manos se buscan queriendo asirse, pues siento que me hundo en mi pensamiento. Mi pensamiento y yo, a solas, en medio de mi confusión y de mi ignorancia; en medio de siete mil millones de seres humanos habitantes de la Tierra. De ellos, tengo trato vivo con una centena, con un millar, ¿qué más da? Sin contar los que han sido desde el principio, haya o no hayan dejado huella monumental. Sépase, al menos, que los primeros cálculos, dificilísimos, sobre toda la población humana anterior a la actual (del orden de 100.000 millones) se atribuyen al demógrafo Carl Haub, en 1995”.
Huella monumental. También me rodean templos, pirámides, acueductos, murallas, faros, palacios y tantos otros vestigios de los 100.000 millones de antecesores que reciben la exaltación y el cuidado de nuestros contemporáneos, aunque entre ellos haya también partidarios de traer tales vestigios porque –argumentan- fueron producto de la esclavitud. En medio del progreso y de la aberración histórica, en medio del bien y del mal, fui creado hace noventa y ocho años: ser viviente, animal racional, humano, varón, blanco, español, generador, mortal. Y me pusieron el nombre de Enrique. He sido hasta ahora Enrique, con todas sus variantes y circunstancias. Preceptivamente he jurado la Constitución siete veces por escrito. Ahora, entiendo que debo prepararme para devolver mi nombre, que recibí como préstamo. Es Cicerón, en tiempo de esclavitud, quien lo dijo: Tempus est quaedam pars aeternitatis (El tiempo viene a ser una parte de la eternidad, en De inventione). Siempre estamos llegando. Para los gallegos es la normalidad: Imos indo, vamos yendo, con ese morir de los ríos que van inexorablemente al mar, inmenso misterio. Frente al misterio, frente al mar, devolveré mi nombre que recibí de segunda mano. Tenemos nombres usados por otros. Algunas veces digo jugando: No hay Enrique malo. Y vaya si los hay, al menos, según los códigos; al menos, si admitimos, aunque sea provisionalmente, que no todos somos buenos porque no hay igualdad de oportunidades. Tengo que devolver todo, pues todo lo he recibido gratuitamente, por gracia. Dudo frecuentemente si soy dueño de mi pensamiento, en cuanto que frecuentemente pienso lo que no quisiera o no debiera pensar. No tengo derecho a nada. Como travesura, pienso como sería nuestro mundo, si, por magia repentina, desapareciese todo papel o quedara sin efecto todo derecho. Inimaginable. Sin embargo, acepto la hipótesis de no tener derecho a nada. Hay un tiempo en que, sin dudarlo, tenemos derecho a todo. Queremos tenerlo todo y, como remedo, nos conformamos con coleccionar objetos que empiezan a sobrarnos porque indebidamente, ocultando los libros, ocupan los estantes de la biblioteca y nos complican las metáforas. Una lluvia de destellos estremecidos empapa los recuerdos: En el principio la Palabra existe (Biblia de Jerusalén, San Juan, 1.1.); Amad a vuestros enemigos (Lucas, 6, 27-28); Señor, sonriendo, has dicho mi nombre (Gabarrón); La infancia de Cristo (Berliotz); Mi descendencia, mi trascendencia (Aguinaga); Ni derechas ni izquierdas (Ortega); Amorosa invasión de claridad (Jorge Guillén). Sufro una desolación tranquila. Me recupero. Enfrente tengo el mar. Lo estoy viendo. Es el agua inmensa y familiar, cielo derrumbado, horizonte que cruza mi ventana. Solo sé que vengo a devolver mi nombre”.
La esquela de ABC, que también fue su campo de flores de cronista municipal, dejó tras sí, una treintena, entre vivos y muertos, hijos, nietos y biznietos, en alborotada procesión, camino del bosque de encinas, hacia el que caminan ya al fondo, y lentamente, y van a desaparecer mostrando sus espaldas su hija Atocha y él mismo, abrazados, que van a hacer mutis de un momento a otro por el bosque de encinas. D. Enrique de Aguinaga López falleció en Madrid en la mañana del sábado 16 de abril en el hospital “HM Sanchinarro” y fue llevado al cementerio de la Almudena el domingo 17 para ser incinerado. El funeral por D. Enrique de Aguinaga, socio nº 1 de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), Promotor y cofundador de la Real Asociación Española de Cronista Oficiales, de la que era Miembro de Honor, Decano de los Cronistas Oficiales de Madrid y de España y Catedrático emérito de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid, se ofició en la Parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza (C/. Ginzo de Limia, 47 -Ciudad de los Periodistas-) el día 27 de abril de 2022, a las 19 horas. El alcalde de Madrid, D. José Luis Martínez Almeida, hizo público este tweet, nada más conocer su fallecimiento: “Se nos ha ido una parte de la historia de nuestra ciudad. Gracias Enrique por tu vida dedicada a preservar el legado histórico de Madrid. Descansa en paz”. D. José Julio Ortiz Chisvert, Cronista Oficial de Cobeña (Madrid), en representación de la RAECO y en nombre de su presidente D. Juan Antonio Alonso Resalt, Cronista Oficial de Leganés (Madrid) rindió el más sentido pésame a sus familiares -su hijo pequeño D. Santiago y a su hija Dª. Atocha Aguinaga Martínez-, allegados y amigos, manifestándoles las muestras de dolor y pesar por la muerte de tan insigne compañero Cronista Oficial, que tras una prolongada neumonía que, a pesar de su valiente lucha contra ella, no había podido superar.
Ya al final de su vida y sin poder hablar en los últimos días pidió papel y, con gran esfuerzo escribió, con gran lucidez: ―qué duro es morir-.
Los cronistas oficiales presentes en el funeral de D. Enrique de Aguinaga López fueron: el Presidente de la Real Asociación de Cronistas Oficiales (RAECO), D. Juan Antonio Alonso Resalt, cronista de Leganés (Madrid). Dª. Soledad López-Lago, cronista de Talarrubia (Badajoz). D. Apuleyo Soto Pajares, cronista de Braojos de la Sierra (Madrid). D. Santiago Izquierdo, cronista de San Sebastián de los Reyes (Madrid). Dª. María Esperanza Morón, cronista de Pozuelo de Alarcón (Madrid) y Francisco Rivero, cronista de Las Brozas y de Hinojal (Cáceres).
Entre los amigos asistentes al funeral en su memoria, estuvo el ex alcalde de Madrid D. José María Álvarez del Manzano. Hay que señalar también que el templo de Nuestra Señora de la Esperanza de su barrio en la Ciudad de los Periodistas estuvo abarrotado de familiares, amigos, compañeros y periodistas, que quisieron darle el último adiós a este gran hombre y a este gran amigo que fue admirado y querido por todos cuantos tuvieron la suerte de conocerle.
Muchas asociaciones por él fundadas, cofundadas o impulsadas con determinación, notan desde la hora de su fallecimiento una gran ausencia, que será irremplazable por la singular personalidad de quien nos ha dejado, y, por tanto, difícilmente sustituible. Al finalizar de la misa, su hija Dª. Atocha Aguinaga Martínez pronunció unas sentidas palabras recordando la figura de su querido padre, que había sido en su larga vida, periodista, cronista oficial, profesor, conferenciante, y hasta rey mago en una cabalgata de Reyes de Madrid. La Cronista de Madrid, Mayte Alcaraz, calificó a D. Enrique con estas sentidas palabras: “D. Enrique, para mí siempre Don Enrique, era el custodio de Madrid. Guardaba en su pluma, en su palabra, en sus papeles, en sus libros y hasta en su mirada, el legado de la ciudad que amaba, a pesar de que era cacereño de nacimiento”.
Finalmente quiero decir que desde la RAECO le decimos que siempre estará en nuestros corazones y en los próximos Congresos recordaremos su siguiente cumpleaños. D.E.P. Descanse en paz el amigo, el periodista, el cronista y el pensador…, a quien Feliciano Correa Gamero), le calificó, con toda justicia, como “Un extremeño sabio”, aunque podemos calificarle también como un “sabio universal”, y del que nos señalaba lo que sigue: “Se marcha Enrique de Aguinaga. Con 99 años, la cabeza clara y el humor en ristre para driblar adversidades. Catedrático emérito de periodismo por la Universidad Complutense y Decano de los Cronistas Oficiales de Madrid, logró la integración de estos estudios en la universidad. Mandé escrito a la corporación de Valverde del Fresno, donde nació; por unanimidad municipal decidieron (25/III/1997) dedicarle una calle. Para inaugurar el curso 1999/2000, lo invité a las Escuelas Universitarias de Almendralejo. Tituló su lección inaugural: “El Siglo de los Ancianos”, sintiéndose anciano, pero nunca viejo. Tecnigraf imprimió la espléndida conferencia que editó Cultural Santa Ana. De fértil memoria, jamás renegó de sus ideas que, a modo de vestimenta interior, blindaban su alma. Niño de guerra y de posguerra, narró la vida desde aquel “Madrid de corte a checa”, de Agustín de Foxá, hasta ayer mismo. Fue subdirector del diario “Arriba”, y como sustentaba sus opiniones en buenos asideros, pudo navegar con ojos indagadores, y hasta críticos, en el franquismo. Mostró su clarividencia el 29/V/2021 en Badajoz, al donar buena parte de sus archivos a la Fundación CB, que, con generoso agasajo, lo recibió. Católico de corazón y ética, se dedicó a repartir a los demás lo que tanto le costó juntar. El ayuntamiento madrileño recogía hace poco aquello que, con honda añoranza y hasta agridulce melancolía, desprendía de sus anaqueles. Su último escrito me llegó el 29 de marzo; y decía: “Tu animoso correo y la hipótesis (segura) de mi próximo fallecimiento, me han hecho reflexionar sobre el provenir de papelorio que todavía conservo. Y he llegado a la conclusión de que se lo llevará el trapero, porque algo hay que hacer para evitarlo. Y ahí estás tú”. Vivió un siglo, pero le faltaron días para concluir el reparto. Jaime Campmany, columnista excelso de una generación de notables, fue su compadre y amigo, y ensalzó en Enrique la sorprendente cualidad para ordenar papeles en su casa de la Ciudad de los Periodistas, donde cada pasillo estaba dedicado a ilustres personajes. Culto y raudo, sorprendía con la diana de citas certeras. Tengo varios legajos en mi biblioteca con la palabra Aguinaga I, II, III… Eso y su dedicación epistolar, sus libros, sus artículos, su estudio por la “Corte literaria” de José Antonio Primo de Rivera podrían ser material suficiente para dedicarle una interesante obra. Su mujer periodista, y dos hijos con el mismo oficio, hacían del hogar una redacción de prensa. La biografía “aguinaguiana” debería de destacar su sentir cristiano, su amor por la palabra oportuna, su trato con figuras relevantes del último siglo, el saber del periodismo y el sentido fraternal de la amistad. Cuando se nos escapa alguien con esa conciencia honda del vivir y del sentir, nos preguntamos si su centón de saberes desaparecerá, o habrá algún lugar recóndito e ignorado que espera ser descubierto en el futuro de alguna galaxia perdida. Aguinaga, amigo veterano de la guerra del tiempo, descansa en paz” (2).
Y el Cronista Oficial de Badajoz, D. Alberto González Rodríguez, el 25/IV/2022, con motivo del fallecimiento de su amigo Enrique, le dedicó un entrañable artículo, en el Boletín de la RAECO, bajo el título: “El León y La Columna–La Mejor Boina de España”, cuyo contenido es el que sigue: “La semana pasada, 10 a 17 de abril, entre los Domingos de Ramos y Pascua transcurrió en Badajoz la Semana Santa con sus días de pasión y sus días de gloria. Como en ella, también en la vida ordinaria hubo días de gozo y días de duelo. En uno de estos, sábado 16 de abril, como si de acuerdo con su fe hubiera querido hacerlo junto a Jesucristo, murió en su Madrid del alma Enrique de Aguinaga: señor del estilo, apóstol de la palabra y la pluma, insobornable en sus principios, modelo de cronistas y decidores; maestro en periodismo, socarrón de temible retranca, afamado en todos los magisterios y todos los empeños; el extremeño con la boina vasca mejor puesta de España, se fue a lo alto volando con sus alas de papel de periódico para hacer la crónica de lo infinito. Murió para lo tangible, pero como su Maestro, no se ha ido. Porque Enrique de Aguinaga es mucho Enrique de Aguinaga para desaparecer, así como así. Como contrapunto al duelo, entre las luces que al final rasgaron las tinieblas de la Semana de Pasión, el sábado siguiente, 23 de abril, ayer, en coincidencia no menos significativa que la que emparejó el adiós de Enrique de Aguinaga con el del Redentor, al cobijo de la Fiesta del Libro, se celebró en Medellín, nada menos que Medellín, bajo el monumento al titán Hernán Cortés, el X Congreso Regional de la ACROEX, Asociación de Cronistas Oficiales de Extremadura. La hermandad de quienes, con el escudo del pergamino, la lanza de la pluma y la coraza de su independencia tienen por vocación y empeño de servicio estudiar, rescatar, testimoniar y divulgar la verdadera historia de nuestra vieja tierra, España. No cabe más simbolismo. Casi un centenar de caballeros andantes que tras el ejemplo de los Gaspar de Carvajal, Díaz del Castillo, Fernández de Oviedo, fray Bartolomé de las Casas o Cieza de León, los documentalistas y fedatarios de la epopeya americana, tienen por oficio desfacer los entuertos con que los magos merlines, follones, malandrines y fatas Morganas tratan de cambiar las ovejas por molinos, convertir la memoria en achicoria, la historia en histeria, y la verdad en mentira. Pese a lo importante y antiguo de su labor, los cronistas oficiales no tienen patrón, detalle que a la asociación de los extremeños le es perdonable en virtud de su aún corta, aunque ya muy fecunda, trayectoria. Comentando este detalle con la solemnidad magistral que lo caracterizaba en el decir, que hacía difícil incluso para los allegados, entre los que tuve la fortuna de contarme, cuándo era doctrina y cuándo coña (la expresión es suya) Enrique de Aguinaga afirmaba que el patrón de los cronistas extremeños es Hernán Cortes. Por una vez me permito discrepar del maestro. Porque el patrón de los cronistas extremeños, y aún españoles, es San Enrique de Aguinaga” (3).
Notas.
(1) Fuente: https://www.larazon.es/madrid/20220422/rf3ljzcjajaj5gnd6wbh7vssiu.html
(2) CORREA GAMERO, Feliciano. “Aguinaga, un extremeño sabio”, en. Diario HOY. 18/IV/2022.
(3) GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, Alberto. “El León y La Columna–La Mejor Boina de España”, en Boletín de la RAECO. Leganés (Madrid), 25/IV/2022. Artículo nº 1.629. Pp. 371-372.
Fuentes y Bibliografía.
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FOTOS: Biblioteca de la Fundación Juan March. Archivo Linz de la Transición Española: D. Enrique de Aguinaga López. R.10656. (Foto CIFRA). Instituto de Estudios Madrileños y Real Asociación Española de Cronistas Oficiales (RAECO).
FUENTE:J.M.T.B