POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
No, no es que en mi tierra las torres mudéjares hayan proliferado como los hongos, estos que en estos días son las delicias para buscadores y gastrónomos, aunque este año no esté siendo generoso por el momento, esperábamos una buena temporada pero el escaso agua se han encargado de retardar y si el frío no acucia, aún es momento.
No, no son quinientas torres mudéjares, que las torres que tenemos ya son una buena representación de esta arquitectura tan nuestra, tan característica y tan importante.
Se trata de la columna quinientas que, en mi condición de Cronista Oficial de Arévalo, me propusieron escribir en las páginas con el título “Desde mi torre mudéjar” se han publicado el Diario de Ávila, nuestro diario, en estas líneas, cada semana, aunque con algunas vacaciones, a veces largas y algunos asuntos familiares que han creado paréntesis que, por cierto, despertaban mis admiraciones y algo de orgullo por las gentes que me demandaban su continuidad.
Es reconfortante saber que alguien te lee, comprobar cómo hay gentes que al leerlas me comentan sobre ellas y su contenido. Realmente reconfortante y un aliciente que ayuda a continuar cuando en algunos momentos se pasaban las ganas, o los ánimos no inducían a ponerte a escribir, o incluso cuando los temas de mi ciudad que debía de tratar no eran de lo más agradable para escribir. Toda una experiencia, se lo aseguro.
Algunas veces he pensado si el nombre de estas líneas pudiera ser adecuado para hablar de nuestras cosas, unas más llamativas, otras más importantes, y otras más intimistas, otras más insignificantes, y algunas con algo de denuncia; mi parecer o el de gentes que así me lo manifiestan y comentaban, porque es difícil ser portavoz de diversas opiniones que no siempre son las mías, y aún sin pretenderlo las he tenido que recoger a veces.
Pero tengo que manifestar también que algunas veces me servía de coartada poner de pantalla a otros para decir lo que yo también quería decir… algo de ello puede haber. Pues yo creo que sí, que el nombre tiene empaque y personalidad reconocible y definidora de mi ciudad. Muchos asuntos han pasado por esta torre mudéjar, esbozos que yo he llamado en alguna ocasión “los pálpitos de mi pequeña ciudad”.
Unas veces al hilo de los temas que el tiempo trae y lleva, he sembrado de pinceladas históricas de nuestra ciudad hablando de diversos sucesos dignos de mención. Otras veces han sido temas del calendario, de nuestras fiestas y tradiciones. Pero siempre intentando ser divulgador de temas históricos de esta ciudad, como me obligo en mi condición de Cronista, actividad que me llena de satisfacción por permitirme investigar y buscar datos y poderlos compartir con quien quiera hacerlo, y estas páginas me han permitido hacerlo. Solo esto ya llenaría con creces todas mis aspiraciones.
Pues sí amigos lectores, con estas líneas he llegado a mi columna quinientos, además de otros numerosos artículos. Parece mentira, pero este número tan redondo ha llegado. Y pensar que cuando me propusieron escribir esta colaboración semanal me parecía que podría llegar a una docena o dos… y sin embargo ya me dicen, con una cierta ironía, que tengo cuerda para rato!!!. Será verdad…
De momento pretendo, con la venia de Pablo, mi director del Diario, y acompañado por tantos amigos con quienes comparto espacios, y seguir con nuestras cosas arevalenses, o comarcanas, y también algunas vivencias personales que tengan como fondo mi ciudad, la que me da las más grandes satisfacciones, pero también los más grandes sinsabores y disgustos… cosas del amor que nos une a mi ciudad y a mí. Ya ven, los números redondos me ponen tierno. Pues dicho sea.