POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Con esporádicos zapeos, que compatibilicé con “Vidas públicas, vidas privadas” de la TPA, seguí hace un par de noches la película casi francesa, “En solitario”, ópera prima de Christophe Offenstein, ganador del Premio del Público en la pasada edición del Festival de Cine de Gijón. Vi algunas escenas porque se trataba de la Vendée Globe, la vuelta al mundo a vela en solitario y sin escalas, con la particularidad de que el solitario cincuentón y malhumorado Yann (François Cluzet) descubre a bordo a un joven polizón (Samy Seghir), la esporádica participación de José Coronado y, sobre todo, por eso lo traigo aquí, el nombre mayúsculo en el ordenador de a bordo, en primer plano, una carta marina con el golfo de Vizcaya y la península Ibérica, que mostraba el único nombre en tierra, el único, a orillas del Cantábrico: “Oviedo”, que refrenda el título de esta sección.
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