POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Vamos a ponernos un poco pedantes para discutir dos palabras latinas. Allá, en tiempos de la antigua Roma (esa que nos invadió, dominó y enseñó muchas cosas), cuando una persona era ciega, pero ciega total, le asignaban el adjetivo «coecus-a-um»; si era tuerto o corto de vista le decían LUSCUS-a-um».Es decir, distinguían perfectamente entre «ver con dificultad» o «ver mal» y «no ver». En Asturias también solemos afinar un poco en este sentido: el ciego es el invidente, el que no ve; el que ve con dificultad le decimos CEGARATU.
Bien, ¿y esto qué tiene que ver con un embutido?
Pues, verán, este es mi discurso: la palabra latina LUSCUS, al evolucionar hacia el castellano , hacia el asturiano y hacia el gallego, pasó a ser LLOSCU o LLOSCO y, finalmente CHOSCO O CHOSCU, con significado de corto de vista e, incluso, ciego. Pero CIEGO es también el nombre que recibe la parte inicial del intestino grueso y es, precisamente, en ese trozo de tripa del cerdo donde se embute la cabecera del lomo y la lengua de cerdo una vez adobados con pimentón, sal y algún que otro secreto del elaborador o fabricante.
El CHOSCO DE TINEO es una de las joyas del concejo. El producto, previamente ahumado y oreado, se cuece en agua y, templado o frío, se corta en lonchas y se acompaña, o no, con cachelos. Goza de IGP-CHOSCO DE TINEO y su «dominio» y «consumo», actualmente reducido al ámbito suroccidental asturiano, debiera extenderse a todo el Principado. ¿Qué digo? ¡¡¡A toda España y al extranjero mundo!!