POR ANTONIO JOSÉ ILLANES VELASCO, CRONISTA DE PUENTE GENIL (CÓRDOBA)
He leído recientemente la condena que se pide para una persona, que no debiera llamarse persona, si no individuo y me ha parecido pequeña, es un anciano con malos sentimientos y hablando claro con mala uva para propinar tal paliza a seres indefensos, insensible a sus lamentos y a sus ayes de dolor, que si le han hecho algo malo los perros, no tienen luces y de esta manera no se educan, ya que lo dejó como muerto. Pero como hay Dios lo dejó vivo para poder testimoniar lo que hizo y me alegraría mucho que fuese la pena máxima por maltratar a estos animales indefensos. Se llaman animales de compañía y lo son, fieles como ellos solos y cariñosos, me viene a la mente un caso que sucedió en la antigua Roma, que conmociono en su tiempo, sucedió que un ciudadano romano fue preso y condenado a muerte injustamente, pues bien su perro estuvo a las puertas de la cárcel, lo más cerca que podía de su amo y cuando lo tiraron vivo atado en un saco al río Tíber, se arrojó tras él en un vano intento de salvarlo, pereciendo ambos.
La Cultura de un país se mide por la Cultura de sus habitantes, en el trato que dan a sus animales, si este individuo fuera nuestro único representante seriamos catalogados poco menos que como salvajes, puesto que lo que ha hecho este presunto individuo ha sido una salvajada, a las cosas hay que llamarlas por su nombre , eso de pillar a alguno matando a una persona, pillarlo in fraganti y llamarlo presunto es de chiste , por estas cosas y otras por el estilo dicen que la Justicia es un cachondeo y brilla por su ausencia.
Pero volviendo al asunto que nos ocupa, son tan fieles y dan tanta compañía a los que están solos que ellos devuelven el cariño multiplicado. Les voy a referir un caso personal, en mi pasada enfermedad estuve cuatro meses en Córdoba, cuando me vine y al verme la perrita de mi cuñada Pepa, Nela, la de saltos de alegría que dio alrededor mío. Sin saberlo el animal, aquello le bastó para tener por segunda vez su vida resuelta y es que para hasta para ser perro hay que tener suerte.
