POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

En la España meridional, “las esparteñas” eran utilizadas como calzado idóneo, y necesario, para transitar por terrenos de labrantío, caminos de ganados y caballerías, así como para actividades en corrales y cuadras; a la hora de manipular piensos y estiércol.

En Ulea, llegado el mes de mayo; cuando daba comienzo la siega de los cereales (especialmente cebada y trigo) y, para toda clase de cultivos, se utilizaban las esparteñas; con la finalidad de evitar cortes y pinchazos: en las plantas de los pies.

A nivel rústico, se confeccionaban en plan casero y, para ello, se utilizaba el esparto, a medio cocer y poco maceado, con la finalidad de qué, al hacer la correspondiente lía, se pudieran confeccionar unas plataformas o suelas, duras y resistentes, que aguantaran al pisar por senderos irregulares, por rastrojos y terrenos labrados.

Las suelas o plataformas, eran cosidas con agujas gruesas (también llamadas de “pleita”) y siendo bien prensadas. Una vez confeccionadas las plataformas, se trenzaban, por talones y parte superior de los pies, unas sogas de lía, que, bien ahormadas, dejaban el espacio adecuado para meter el pie. Como es lógico pensar, se hacían distintos tamaños para que se pudieran adaptar al número de pie de cada usuario. Este tipo de calzado solamente era utilizado por los hombres y, si alguna mujer los usaba era catalogada como “mujer varonil”.

En los medios rurales, durante el siglo XIX y primera mitad del XX, eran de uso habitual entre todos los trabajadores del campo y de la huerta. Su uso se remontaba, también, a los siglos XVIII y XVII.

Aunque muchos uleanos se fabricaban sus propias esparteñas, había varias personas qué, con su dedicación exclusiva a tal menester, se acreditaron como verdaderos “artesanos”, en la confección de dicha clase de calzado. Son dignos de mencionar, el padre de “El Pitillo” Genaro Cascales; Luís Herrera qué, aunque su oficio era el de carpintero, se hizo un experto en la confección de esparteñas; era un verdadero “manitas”; “El tío Yepes”- padre de José Yepes “El alpargatero” y un contrincante inesperado que les vino de Ojós, en el año 1873, que atendía por el apodo de “El tío cascos”, padre de la familia España, que se asentó definitivamente en Ulea, en donde les nacieron sus hijos qué, al casarse con gente de Ulea, echaron raíces y, en nuestro pueblo viven, salvo los que tuvieron que emigrar en busca de una vida mejor. No obstante, alguno de ellos han regresado a su patria chica, en donde conservan gran parte de su heredad.

Es curioso qué, en el año 1890, el alcalde de Ulea, D. Francisco Tomás Rodríguez, intentó—con afán recaudador para las “arcas municipales”- poner un canon, como impuesto, a la industria artesanal de las esparteñas.

Afortunadamente, ante el clamor popular, no prosperó tal idea, quedando aplazada dicha decisión. Pero, su mandato, como alcalde, fue muy breve, a causa de una grave enfermedad y, dicha propuesta quedó, solamente, en mera anécdota.