POR HERMINIO RAMOS PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA
Fermosa ella, dice la versión popular que es la expresión de donde deriva su topónimo, pero sea o no sea esa la fuente, lo cierto es que comenzando por su geografía es muy difícil encontrar otra más variada, rica atrayente y a la vez bella. Tierra entre ríos, dura áspera y difícil, a la vez suavizada por ese microclima la convierte en un auténtico jardín trabajoso, sí, pero tan cálido y atractivo que el hombre ha encontrado en ese escenario geográfico el potencial para desarrollar esa labor que ha roto la dureza de la naturaleza y ha convertido en un rico paisaje agrario. Las laderas de los dos ríos, encontrándonos hasta Bemposta el olivo y la vid como señores del paisaje junto a variedad de frutales que lo adornan. Paisaje en el que el hombre se ha sentido fuertemente unido, sentido identificado con belleza y riqueza que definen a su vez la recia personalidad del fermosellano, determinismo geográfico que tanto dice y tanto enseña.
El emplazamiento de la noble villa levantada sobre ese inmenso peñascal granítico ha sido una verdadera atalaya donde a lo largo de siglos de historia se han desarrollado episodios legendarios. Desde la fortaleza que mira al oeste vecino y hermano; la vida monástica dejo sus huellas. Señorío cuyas tierras comprendían las actuales localidades de Formariz, Fornillos y Pinilla de Fermoselle, cuya influencia según consta en las reglas establecidas en la ciudad de Zamora para regular y a la vez defender los derechos de expansión del vino propio el de la villa de Fermoselle. Pero sin duda, y a pesar de la singularidad y belleza de esas riberas del Tormes y del Duero, hay algo para mí aún más atractivo con ser mucho el de esa geografía el que nos ha dejado esa larga y rica historia escrita sobre esa inmensa mole de granito sobre la que se asienta, su fortaleza, sus iglesias, el señorío de sus casonas dentro de su recinto amurallado del que todavía podemos disfrutar de algunos restos y en su rúa principal los restos de sus soportales, testimonio claro y definitivo de su categoría y sus singularidades, los toros, auténtica creación popular.
Después de los años de silencio, fue el amigo Manuel Rivera Lozano el que devolvió a la villa la voz de su rica y variada historia en la página semanal del Dominical de este periódico, recordándonos cuando no enseñándonos esa historia rica celosamente guardada en los archivos. Gracias Manolo por tu generosidad y tu rigor en el análisis y exposición de la historia de tu querida villa.
Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/