GRAN APORTACIÓN CIENTÍFICA E HISTÓRICA DE MARGARITA TORRES, CRONISTA OFICIAL DE LEÓN, Y JOSÉ MIGUEL ORTEGA
Jun 12 2014

EL GRIAL; DESDE JERUSALÉN HASTA LEÓN

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En un libro – Los Reyes del Grial (Ed. El Reino de Cordelia, 2ª edición), los historiadores relatan cómo desarrollaron la investigación, aportando una sólida base documental y científica, que les llevó a identificar la copa de Doña Urraca como el Cáliz con el que Cristo celebró la Última Cena con sus discípulos. RitmosXXI.com ha podido conversar con Margarita Torres. ¡La realidad supera a la ficción! Más si esa realidad es científica.

¡Tanto se ha escrito sobre el Santo Grial! Las leyendas corretean de aquí para allá, alimentadas por el cine, la televisión y la literatura, hasta llegar incluso a colarse en alguna que otra universidad o centro de estudios. Tradición y ciencia se entrecruzan en el que se ha erguido desde hace años, como uno de los grandes misterios: la copa con la que Cristo celebró la Última Cena con sus apóstoles.

Más de 200 griales están repartidos por el mundo, pero de entre todos ellos, con la fuerza de una minuciosa labor investigadora, en el Museo de San Isidoro de León, dos investigadores, han concluido que el cáliz que allí se conserva es, en verdad, la copa que Jesús dio a beber a sus discípulos. Margarita Torres Sevilla y José Miguel Ortega son esos dos investigadores. RitmosXXI.com ha podido hablar con Margarita. Una larga conversación en la que, por sus respuestas, se disipan todas esas ideas hollywoodienses en torno a las personas que investigan la historia. Lo que sí se trasluce es la misma pasión o más, que las películas ponen en sus protagonistas. Pero la de Margarita es una ilusión fundamentada en una vocación y un hacer científico.

El Cuenco de Doña Urraca, como se conoce al cáliz, “es el único que puede rastrarse como Copa de Jesús desde el año 400”, dice prudente la investigadora.

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Minarete de la Universidad de Al-Azhar, en donde hallaron los pergaminos (Foto: Wikipedia Commnos)

Todo comienza por una duda

Pero vayamos al principio. Todo comenzó, como suele decirse, cuando, con ocasión del 110 Aniversario del nacimiento del Reino de León, “estábamos [José Miguel Ortega y Margarita Torres] investigando los objetos de procedencia islámica de San Isidoro de León. Uno de ellos, una pieza excepcional, un arca de plata nielada del visir Sadaga, que servía como primer ministro del califa fatimí de Egipto a mediados del siglo XI, nos llevó a preguntarnos cómo pudo llegar este y otros objetos hasta León”.

Todo comienza pues por una duda; un objeto que parecía pedir a gritos preguntas y más preguntas.

Y de León, los investigadores dieron un salto de gigante que les llevó hasta los fondos de la Universidad de Al-Azhar, en Egipto. “Allí, los datos aparecidos dieron un extraordinario vuelco a la investigación”.

¿Qué encontraron allí que tanta importancia tuvo?, se pregunta esta reportera curiosa y fascinada por la fuerza del tono de Torres al responder. Pergaminos. Encontraron pergaminos. “En uno se recoge que, durante la hambruna que sufrió el Egipto fatimí a mediados del siglo XI, el emir de la taifa musulmana de Denia, envió barcos con provisiones. Hasta aquí era noticia conocida. Lo sorprendente llegó a continuación: el emir de Denia añadió en el pergamino que como regalo quería la Copa de Cristo, conservada hasta entonces en Jerusalén, para entregarla a Ferminand al-Kabir emir de Liyyun”. Que no es sino, Fernando I El Magno, rey de León entre 1038 y 1065. El mismo documento sigue diciendo que “los cristianos de Jerusalén tienen miedo de que una reliquia así sea portada por manos musulmanas y solicitan que quien lo lleve a España sea un clérigo de Yalaliga (nombre con el que los geógrafos árabes denominaban al Reino de León), que estaba peregrinando en los Santos Lugares. Y así se hizo”.

Un relato sorprendente, que supera a la ficción y que además tienen una sólida base documental. “Pero el segundo pergamino es tan importante como el primero”, añade Torres. “Recoge datos de tiempos del gran Saladino, cómo éste exige al gobernador de Egipto que le entregue la esquirla que el antepasado del gobernador hizo saltar de la Copa de Cristo durante su viaje a Denia”. ¿Por qué un rey musulmán querría una esquirla del cáliz?. “Porque su hija se encontraba enferma. Después de poseer la esquirla, sanó”.

“Los pergaminos fueron el primer paso de un fabuloso camino”

Con un relato espectacular, y una copa que ha viajado desde Jerusalén hasta León, el siguiente paso era volver al Museo de San Isidoro y encontrar una copa de tiempos de Cristo – siglo primero – a la que le faltase una esquirla. “Imagine el escalofrío al descubrir la copa de ónice que la infanta Doña Urraca revistió de oro por esas mismas fechas: era una sencilla copa romana oriental y, cronológicamente, de los tiempos de Jesús a la que además…” ¡No puede ser! no me diga que… “¡le faltaba una esquirla!”.

Puede verse perfectamente el hueco que dejó la esquilar (Foto: Margarita Torres)
Puede verse perfectamente el hueco que dejó la esquilar (Foto: Margarita Torres)

Arrancó entonces una “fascinante investigación de tres años y medio”. ¿Y no hubo dudas, pensar a lo mejor, que estaban siguiendo una vía vacía?. “Nunca tuvimos dudas ni desánimos”. “Al principio – reconoce – nuestro trabajo estaba orientado hacia otro objetivo, pero nos encontramos con lo que no esperábamos y a partir de ahí actuamos como lo que somos: científicos. No hemos tratado la Copa como objeto religioso sino como un hallazgo al que hay que someter a pruebas e investigaciones”.

Pero sigamos con el relato de los hechos. Hallada la copa de Doña Urraca, “seguimos un método: nos centramos en rastrear la presencia de la Copa de Cristo en Jerusalén antes de ser enviada a El Cairo a mediados del siglo XI. Revisamos fuentes, crónicas cristianas en latín y en griego, la guía armenia y para nuestra sorpresa, todas señalaban, sin un ápice de duda, que desde el año 400, que comienzan las noticias después de que el cristianismo pasara a ser la religión oficial de Roma, la Copa de la Última Cena se venera en capilla propia en la Iglesia del Santo Sepulcro”. Y por si quedara duda, “la arqueología confirma la datación y su procedencia: es romana, de oriente y se data en tiempos de Cristo”.

“Por eso nunca pensamos en el desánimo, ni en otro interés que ofrecer la verdad de un descubrimiento tan sorprendente como el de la reliquia venerada por las primeras comunidades cristianas de Jerusalén como la Copa de Cristo. Sólo buscamos la verdad, esa fue nuestra guía”.

Doña Urraca donó sus joyas para convertir el caliz en un relicario.  "Los reyes sabían los que se traían entre manos" (Foto: M. Torres)
Doña Urraca donó sus joyas para convertir el caliz en un relicario.
«Los reyes sabían los que se traían entre manos» (Foto: M. Torres)

Llegados a este punto, no queda más remedio que esta reportera intente poner en duda algunas de las palabras de Torres. ¿Qué soporte científico tienen todas sus palabras?. Y parece como si Torres ya esperara la pregunta, y lo hace con una batería de razones que dispara a bocajarro: “las fuentes cronísticas, algunas procedentes de Padres de la Iglesia, que constatan su presencia en Jerusalén hasta el siglo XI, desde al año 400, venerada en el Santo Sepulcro. Amén de la arqueología, que demuestra que se trata de una copa romana helenística, coetánea de Cristo. Pero además, el hecho de que una dama, como la poderosa reina de Zamora, Doña Urraca, donara sus joyas personales para embellecerla, convirtiendo el cáliz en un auténtico relicario, de manera que ningún sacerdote, al oficiar, pudiera apoyar sus labios en donde los apoyó supuestamente Cristo, constituye una magnífica muestra de respeto”.

Nada que objetar. Pero Torres quiere rematar la duda, y tiene un último disparo: “Sin olvidarnos de que los reyes de León sabían perfectamente lo que se traían entre manos, de hecho dejaron representada perfectamente la Copa en la representación pictórica de la Última Cena que ordenaron recrear en tiempos de la reina Urraca, en el Panteón Real de San Isidoro, donde fueron enterrados y aún hoy puede admirarse”. Y por si aún colea: “a todo esto, podemos sumar que los primero relatos de trovadores que recuerdan la historia del Grial, como Chretien de Troyes, Robert de Boron o Wolfram von Eschenbach, muestran datos identificables con la historia de la monarquía leonesa coetánea”

“En fin, son muchas las pruebas (¡ni que lo diga!), que lo avalan, todas ellas recogidas minuciosamente en el libro”.

Más de 200 griales en el mundo

¿Y qué me dice de quienes dudan de sus investigaciones, alegando que en el mundo hay más de 200 griales?. Esta también se la esperaba. “Hay muchos, entre ellos algunos que datan de 1.500 años después de Cristo, falsificaciones contemporáneas, otros que son de madera o cerámica, materiales porosos, lo cual es imposible según la liturgia judía de Pascua en tiempos de Cristo”. Cuando voy a repreguntar, se adelanta: “También ha tonterías como que como Jesús era carpintero y, como dijo Indiana Jones, su cáliz debía ser de madera. ¡Por favor!. Esos materiales estaban prohibidos por la liturgia judía para ser utilizados en Pascua”.

“Carpintero o no, Jesús jamás usaría una copa de esos materiales” sentencia Torres. “Y además, el cáliz de San Isidoro es el único que puede rastrar como Copa de Jesús desde el año 400 y cuyo camino (Jerusalén – El Cairo – Denia – León), queda minuciosamente recogido en las fuentes”.

Nadie es ajeno, hoy en día, a que cualquier investigación en las que, el objeto de estudio tiene, por un lado o por otro, una significación religiosa, levantan polémica y se juzgan a la ligera, sin conocer el trabajo que sustenta las conclusiones. Margarita Torres, consciente de ello, tiene una respuesta, “una respuesta que es una conclusión mía, particular: de todo lo que ha pasado con el Cáliz de Doña Urraca, a raíz de nuestro descubrimiento, he extraído una conclusión: el hombre necesita creer, pero ni siquiera tiene fe en sí mismo. Por eso duda. La duda es buena, es el comienzo del camino. El primer paso”.

Precisamente así empezó este camino.

Toda la investigación de los dos historiadores está recogida en Los Reyes del Grial, publicado por Reino de Cordelia, y que ya va por su segunda edición.

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Fuente: http://www.ritmosxxi.com/ – R. Nieto

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