
POR ANTONIO VERDÚ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE JUMILLA.
Uno de los lugares Santos de la Región se encuentra en este pequeño Convento Franciscano de Nuestra Señora Santa Ana del Monte de Jumilla, morada de la “Abuelica” para los jumillanos, y que celebramos su tradicional festividad el 26 de julio de cada año.
El lugar, en no lejanos tiempos visitado por miles de peregrinos de todas las provincias limítrofes como lo atestiguan las Crónicas de varios cientos de años y cuyos testimonios podemos todavía conocer, era punto de encuentro con la fe y la santidad que el mismo reflejaba y del que innumerables milagros atestiguan su realidad.
Si decimos que el lugar es Santo, no es invención, sino fiel reflejo de los hechos que todavía en estos tiempos podemos señalar para su recuerdo. Una muestra de ello puede ser cuando el Santísimo Cristo de la Reja de la Capilla Mayor, desenclavó el brazo derecho y dio tres veces la bendición a la Comunidad; Cristo entró un Viernes Santo en el Refectorio y fue abrazando a los Religiosos que aquel día comían pan y agua; también cuando Cristo Nuestro Señor puso unas gotas de sangre de su costado en la boca del Venerable Fray Juan Mancebón diciendo: Ignem veni mitere in terram et quid volo nisi ut accendatur (Fuego vine à traher à la tierra: y qué otra cosa he de querer, sino que se emprehenda, y arda?); o cuando se apareció la Virgen y el Niño Jesús en un pino también al Venerable Mancebón (1631), a unos doscientos metros antes de llegar al Convento, y que hoy podemos ver una Capillita en su recuerdo, ya que el pino donde se apareció fue arrancado por los fieles como reliquias; y tantos cientos de milagros que podría apuntar, que sin lugar a duda hacen de este divino Convento un lugar de santidad, como los muchos moradores que en él han vivido desde su fundación en el año 1573, y por poner uno de ellos, destacaría a San Pascual Bailón del que todavía se conserva la celda que ocupó durante los tres años que estuvo aquí, y tantos anónimos que dejaron su sello de santidad entre estos muros y en los muchos fieles que lo visitaban.
Entre los más destacados podemos citar al Marqués de Villena, la Marquesa de Albuidete, los Marqueses de Espinando y Casa Ilustre de los Fajardos, Don Alonso de Teura y su mujer Dª Aldonza Cascales suegros del Sr. D. Luis Fajardo, o su hijo D. Alonso, Virrey de Filipinas, y otros miles que constataron en sus carnes los muchos milagros que recibieron de nuestra “Abuelica”.
El Convento se encuentra a unos cinco kilómetros al Sur de Jumilla sobre un monte de poblado pinar que alegra la vista del visitante, y donde dos fuentes de frescas aguas, la de Santa Ana la Vieja y la Fuente de la Jarra calman la sed de los visitantes con grandes elogios hacia ellas.
Al término de la empinada cuesta se puede observar dos pequeñas torres de ladrillos vistos que señalan el lugar donde se encuentra el viejo Convento de sencilla construcción, que los propios moradores nunca quisieron mejorar para tener mayor recogimiento y santidad en la sencillez y pobreza del mismo, siendo sólo esas torres las que mejoran la imagen actual del mismo.
Se entra a través de una puerta de hierro que siempre permanece abierta a un atrio o compás como dicen las Crónicas, construido a principio del siglo XVIII, y en cuyo centro podemos ver un centenario Olmo de grandes dimensiones rodeado por unos bancos en los que podemos descansar si hemos subido andando por alguna promesa o por simple placer de caminar tan de moda en estos tiempos y de paso visitar a la “Abuelica” y al Cristo Amarrado a la Columna del inmortal Salzillo.
FUENTE: EL CRONISTA