LOS SUSTOS QUE DA LA MAR
Ago 13 2014

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

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Hoy en día la civilización se está ahogando en un mar de mentiras, según el antropólogo escocés L. Neil Smith; habrá que tener en cuenta en esta época los factores de riesgo de accidentes relacionados con la realización de actividades acuáticas y al aire libre. El año pasado se produjeron en España 100 ahogamientos, la mayoría en niños menores de 4 años, y las zambullidas son la tercera causa de lesión medular. Gran parte de la asistencia prestada por la Cruz Roja estuvo relacionada con las picaduras de ‘aguas malas’, arañas de mar o erizos y otro tanto por cortes y heridas. Algo muy frecuente que nos hace recordar lo que pasaba en otras épocas.

El 9 de agosto de1860, en la playa de El Cura, se bañaba Ramón Ruiz Capdepón, hijo del abogado de Orihuela Ramón Ruiz Lozano, de sesenta años, hermano y padre del que fuera años más tarde ministro de la Gobernación, Trinitario Ruiz Capdepón. Notando Ramón que su hijo dejaba de nadar y se sumergía, por efecto, sin duda, de haber sido acometido por algún calambre, se arrojó inmediatamente con objeto de socorrerlo, pereciendo irremediablemente ambos. Un sino fatal de dos personajes ilustres.

La muerte fue también el final de un joven de 18 años que, el 15 de agosto de 1887. estaba bañándose en el mar sufrió un ataque epiléptico, pereciendo ahogado.

El 25 de julio de 1891, en la playa de La Mata, apareció el cadáver de un niño de diez años de edad. Y, el 31 de julio de 1899, pereció ahogado en la playa de Torrevieja el vecino de San Miguel de Salinas, Vicente García Mensi, que había venido a tomar baños de mar.

En la tarde del miércoles, 27 de julio de 1910, apareció en la playa del Cura un hombre ahogado; se trataba del mendigo José García Sancho, de 42 años, vecino de este pueblo.

No tuvo esa suerte Benjamín Cruz, que el 9 de julio de 1914, murió ahogado a pesar de los esfuerzos que realizaron varios veraneantes y algunos guardias civiles desde las rocas para evitarlo. A los pocos días, el 25 de julio, otro bañista apareció ahogado en la playa. Ese mismo año, al mediodía del 24 de agosto, en las inmediaciones de la playa del Cura, en un lugar conocido por su peligrosidad, se ahogó el vecino del campo de Alicante, Francisco Román, cuando se bañaba en unión de otros tres amigos mientras caía un copioso aguacero de tormenta, tardándose varios días en aparecer el cadáver.. Otro de los bañistas se vio también muy apurado, siendo extraído del mar sin conocimiento pero con vida.

En la mañana del 15 de agosto de 1917, amaneció el mar bastante alborotado a causa de un fuerte viento de levante que hinchó las olas durante el día, salpicando de agua los balnearios e impidiendo que se bañaran los veraneantes, por el peligro de sufrir golpes contra los postes o de ser arrojados mar adentro por la resaca. Sin embargo, Pedro Martínez Franco, alias Perete, natural de Albatalia, pedanía de Murcia, tuvo el arresto de meterse en el mar espumeante y bravío¸ y se tiró desde el balneario de Vista Alegre, proponiéndose llegar al muelle. Como nadando no era ningún pez espada ni mucho menos, cuando estaba llegando, la resaca lo empujó mar adentro. Desfallecía por el cansancio mientras hacía los últimos esfuerzos con sus cansados brazos.

Por fortuna, el carabinero Pedro González Reus, que estaba de guardia en el muelle, se apresuró a quitarse la guerrera y el pantalón, se tiró al agua sin titubear y en los momentos en que Martínez Franco se sumergía, fue cogido por el carabinero y arrastrado por un brazo hasta el muelle, en estado bastante hidrópico.

Dos años más tarde, el 15 de agosto de 1919, a las doce y media del mediodía, hora en que más afluencia de gente se encontraba atestando el salón del balneario ‘La Unión’ formando tertulias amigables de familias de las colonias veraniegas de Murcia, Orihuela y otros pueblos limítrofes, se notó un ligero movimiento que puso en conmoción al balneario.

Este movimiento siguió lentamente acentuándose, dándose cuenta los veraneantes de que el balneario amenazaba hundirse. El suceso infundió un pánico horrible. Cuando los bañistas se dieron cuenta de la catástrofe se promovió una enorme confusión. Francisco Pato Quintana cayó al mar entre las tablas del balneario llevando en brazos a su nietecita, hija del doctor Cano. La esposa del doctor Cano, doña Esperanza, también cayó al mar; todos salieron ilesos. La hija mayor de Carlos Ruiz-Funes fue sacada con ligeras contusiones y varias señoritas, que habían llegado a Torrevieja con motivo del festivo día, también cayeron al mar, saliendo sin tener ropas con que mudarse. Los carabineros, la gente del mar y la colonia veraniega rivalizaron en heroísmo para salvar a cuantos cayeron al agua.

Dijeron las gentes del pueblo que al instalarse el balneario, un fuerte golpe de mar casi llegó a derribarlo. Después fue enderezado por medio de palos sin consistencia que quedaron apuntalando el pabellón. Estas noticias eran conocidas por el público, que se confió demasiado.

Seis años más tarde, el 15 de agosto de 1925, se produjo un nuevo hundimiento un balneario, precisamente a la hora que estaba más concurrido. Al hundirse parte del piso que daba sobre el agua, cayeron al mar muchas personas, entre las que estaba la niña Concepción García, que resultó gravemente herida y falleció al poco tiempo. Otras personas tuvieron que ser atendidas de heridas y contusiones.

¡Llevad cuidado con la mar! Que aún nos queda por pasar el puente de la Virgen de agosto y el “veranico de los membrillos”.

Fuente: Diario LA VERDAD – VEGA BAJA. Orihuela, 12 de agosto de 2014

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