Ricardo Montes Bernández, doctor en Arqueología e Historia Antigua, es presidente de la Asociación de Cronistas Oficiales de la Región de Murcia y cronista oficial de Las Torres de Cotillas y Albudeite. Ricardo firma numerosas obras que abordan aspectos diversos de nuestro pasado, más de treinta libros publicados, superando ampliamente el centenar de artículos de investigación histórica, etnográfica y arqueológica. La Asociación de Cronistas que preside ha editado las actas de sus interesantes congresos en los que abordan asuntos como el culto a los santos patronos en las ciudades y pueblos de nuestra comunidad o los maestros y las escuelas en la región, desde 1750 hasta el año 1950.
Hoy lo traemos a estas páginas por su libro ‘Lucha por la supervivencia. De motines, huelgas y manifestaciones en la Región de Murcia (1808-1914)’. Dentro de esta región, sin duda, Cartagena y su comarca ha tenido un gran protagonismo en la toma de conciencia y en la organización de las reivindicaciones obreras. Un primer factor favorable para que se dieran estas circunstancias fue el carácter urbano de Cartagena y La Unión pues en 1910 eran de los núcleos más poblados, Cartagena con 35.386 habitantes, cuando Murcia sumaba 32.318, y La Unión 20.185, la cuarta ciudad por detrás de Lorca.
Cartagena, centro industrial, comercial y minero, y La Unión, fundamentalmente minera, fueron pioneras en la organización de huelgas y en la vertebración de asociaciones obreras. Nos cuenta Ricardo Montes que posiblemente las primeras huelgas las protagonizaron los obreros de la Maestranza naval de Cartagena en 1857, citando al catedrático Juan Bautista Vilar, aunque existen precedentes que nos remontarían a los años 1782, 1795 y 1797, huelgas en protesta por el retraso en los sueldos. Los cargadores del muelle de Santa Lucia asumieron ideas que entraron por el puerto, lo que les llevó a concienciarse como clase social con intereses contrapuestos a sus patronos. En 1882 crean una sociedad de auxilios mutuos que les fue prohibida.
Mineros de La Unión
Los mineros de La Unión, con la experiencia de huelgas anteriores, llegaron a alcanzar en 1894 la cifra de ocho mil manifestantes. Al mes siguiente lo hicieron los mineros de Mazarrón, a los que sumaron comerciantes e incluso los directivos de las minas. Si bien, uno de los episodios más violentos tuvo lugar en la ciudad minera y cantaora, corriendo el año 1898. Desde la cuatro de la madrugada del día 4 de mayo, mucho madrugar, hasta el día 8 se desencadenaron una serie de graves sucesos como la rotura de las farolas de la población prendieron fuego a la vivienda del rico empresario Celestino Martínez Vidal, propietario de la fábrica de la luz de gas y recaudador (adviértase el detalle).
Unos 20.000 manifestantes recorrieron La Unión, Portman, La Palma, Pozo Estrecho y El Llano del Beal quemando fielatos, oficinas destinadas al cobro de impuestos sobre las mercancías que entraban en una localidad. En La Unión queman el Ayuntamiento y los juzgados, poniendo en libertad a los presos. La intervención de las fuerzas armadas ocasionó la muerte de varios trabajadores y el encarcelamiento de dos carruajes de mujeres y 56 hombres, entre ellos José Castillo, el célebre trovero rival de Marín. Esta oleada de agitación social alcanzó al barrio de Santa Lucia, Mazarrón y Lorca.
A lo largo de 1911 se produjeron fuertes episodios de conflictividad laboral, uno de ellos consistió en la huelga de 300 trabajadores de la Fundición de Santa Lucía, consiguiendo que les redujeran la excesiva jornada laboral, aunque no lograron la subida salarial. Dos años después encontramos reivindicaciones a favor de pensiones, junto a las clásicas de subida del salario, reducción de la jornada, la protesta contra el aumento de precios de productos de primera necesidad o contra los despidos. Al año siguiente, 1914, los obreros de Peñarroya en el Llano del Beal protestaron porque debían recorrer dos kilómetros a pie para recoger los carburos para comenzar la faena en el interior de la mina.
Asociaciones obreras
Pablo Iglesias, fundador del PSOE y de la UGT, visita Murcia en agosto de 1912 para quejarse de la escasez de organizaciones obreras allí. Cartagena será la pionera regional en este campo del asociacionismo, aunque debemos de señalar que la vida de algunas de estas entidades fue efímera debido a que muchos mineros eran niños, un hecho que no contribuía precisamente a consolidarlas. Se establecen sociedades de socorros mutuos, legalizadas desde 1839, asociaciones que a cambio de una cuota garantizaban el pago del jornal íntegro en caso de enfermedad del trabajador y asistencia médica.
Un antecedente de las sociedades fueron las hermandades o cofradías religiosas, con gran pujanza en todas las parroquias durante el siglo XVIII. Los hermanos o cofrades abonaban una cuota y recaudaban limosnas mediante diversos métodos como el canto de los aguilandos navideños para asumir los gastos del entierro y de enfermedad, así como la ayuda a la viuda.
Las sociedades de socorros mutuos, imprescindibles en una sociedad que no había conquistado aún la Seguridad Social, no poseían un ideario político, aunque muchas de ellas acabaron integrándose en UGT, el sindicato socialista. La Federación de Sociedades Obreras tendrá su sede en el Llano de Beal desde 1914, agrupando 40 sociedades con 20.000 asociados. Los obreros construyeron su Casa del Pueblo, con capacidad para 3.000 personas, siendo inaugurada por el mismísimo Pablo Iglesias, según se cuenta. Todo un bello monumento que podemos disfrutar hoy día.
Fuente: http://www.laverdad.es/ – José Sánchez Conesa