LOS HISTORIADORES MARGARITA TORRES, CRONISTA OFICIAL DE LEÓN, Y JOSÉ MIGUEL ORTEGA PRESENTARON EL LIBRO “LOS REYES DEL GRIAL” EN EL PALACIO DE QUINTANAR EN SEGOVIA
Aventuras, intrigas y conspiraciones para localizarlo y beneficiarse de su poder “milagroso”. Pocos objetos en la historia están rodeados de un halo de misterio tan fuerte como el ‘Cáliz de Señor’ o ‘Santo Grial’, la copa que utilizó Jesús en la Última Cena y que desapareció “misteriosamente” de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén.
Los historiadores Margarita Torres, cronista oficial de León y José Miguel Ortega dejaron ayer atónitos a decenas de segovianos en el Palacio de Quintanar al compartir un posible final (documentado y fidedigno) para tanto misterio.
Torres y Ortega presentaron el libro “El Grial de los Reyes”, una publicación que recoge las conclusiones de un estudio cofinanciado por la Consejería de Cultura y Turismo y la Fundación MonteLeón, y que sitúa este objeto en la parte superior del ‘Cáliz de Doña Urraca’, una pieza a resguardo en la basílica leonesa de San Isidoro, desde hace cerca de mil años.
Esta afirmación supuso una auténtica revolución en el estudio de lo que se conocía como el Santo Grial, que la tradición cristiana situaba en Valencia, y se fraguó —como casi todos los descubrimientos históricos— a la luz de una línea de investigación distinta: la puesta en marcha de un estudio sobre las piezas de procedencia oriental en la capilla del templo románico leonés.
Allí se encontró una arqueta de plata de pequeño tamaño con una inscripción musulmana, que citaba al visir Al Yusuf, de la dinastía Fatimí, que gobernaba Egipto. “Fuimos conscientes de la importancia del descubrimiento muy pronto”, reconoce Ortega.
La trascendencia quedó confirmada con la localización de unos pergaminos en laUniversidad egipcia de Al-Azhar que certificaban que esa pieza era, en realidad, la ‘Copa de Cristo’ del Santo Sepulcro y que había llegado a España en el siglo XI. Y lo hizo, como un regalo del califa egipcio al emir de Denia en agradecimiento al envío de un barco de víveres y comida, ayuda demandada por el califa al mundo musulmán en una época de hambruna.
Poco después, el emir de Denia se lo entregó a Fernando I (1016-1065), rey de León, para garantizar la paz entre los dos reinos y, con el paso del tiempo, la pieza llegó a su hija Urraca, quien recubrió el cuenco con oro y piedras preciosas, dando lugar al cáliz de la basílica de San Isidoro.
“Lo realmente importante no es la localización de unos textos si no, que la unión de unos con otros y su correlación con los hechos históricos nos permiten afirmar que esa pieza es la que provenía de Jerusalén”, reconoció Ortega en declaraciones a EL ADELANTADO, consciente de la magnitud histórica de las conclusiones del estudio.
El desconocimiento de este “viaje” hizo que cuando los primeros cruzados llegaron al Santo Sepulcro y comprobaron que la pieza que al menos desde el 400 d.C. se consideraba el ‘Santo Grial’ no se encontraba allí supuso el inicio de una trepidante búsqueda por parte de poderosos y buscatesoros, primero, e historiadores después, al tiempo que se agrandaba la leyenda en torno a la pieza.
Los autores reconocieron que “nos enfrentamos a muchas dudas en el momento de iniciar la investigación, pero ahora, estamos muy orgullosos y preferimos pensar que se trata, en realidad, el inicio de más líneas de estudios y hallazgos relevantes”.
Fuente: http://www.eladelantado.com/