POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Hace muchos años, siendo Víctor Llera alcalde de Colunga y Pedro de Silva presidente del Principado, se invitó al estadounidense Mr. George Foyo y a su hijo G-Foyo Jr, altos cargos de una empresa USA especializada en fibra óptica, para visitar Lastres (y ver si se lograba una inversión empresarial en Asturias), al suponerles descendientes de don AGUSTÍN BERNARDO PEDRAYES Y FOYO, el célebre matemático lastrín (1744-1815), del que mañana, día 26 de febrero, se cumple el bicentenario de su fallecimiento en Madrid.
Era Pedrayes hijo del médico Emeterio Pedrayes y de su esposa Mª Manuela Foyo quienes, inicialmente, se ocuparon de su educación en Lastres y en Colunga para, ya con 14 años, enviarlo a Compostela bajo la tutela de su tío el fraile benito Fray Bernardo de Foyo.
En Santiago estudió Filosofía, Teología, Leyes, Matemáticas… siendo esta materia objeto de su predilección, especialmente el cálculo diferencial e integral.- Designado en 1769 profesor de matemáticas en la real Casa de Caballeros Pajes de S.M. y en 1786 en el Seminario de Nobles, en 1789 fue invitado por el gobierno francés, junto con Císcar, para formar parte de la Comisión que establecería internacionalmente el Sistema Métrico Decimal, gérmen del actual sistema Internacional de Unidades (S.I.).
Retornado a Madrid, y víctima de los avatares de «la francesada», relegado de sus honores y cargos falleció, soltero y casi en el olvido, en la capital de España un 26 de febrero de 1815.
Oviedo, en su memoria, le dedicó una calle; y Colunga, cuando la visita de los Sres. Foyo, colocó una placa en su casa natal lastrina.
Treinta años más joven que Pedrayes fue el coronel lastrín Juan Antonio Suárez-Victorero y Robledo (1774-1857), personaje enamorado de su pueblo y de su marinería, quien, al hablar de la pesca lastrina, nos cuenta cómo la industria conservera local «arencaba una considerable cantidad de sardinas, que los arrieros transportaban a los mercados de Villada y Rioseco».
Y, otro día más, la historia nos lleva a las comidas cuaresmales que hoy, en recuerdo de Pedrayes, dedicamos a la TORTILLA DE SARDINAS ARENQUES.
Asan a la plancha, o en sartén, las sardinas; envueltas en papel de estraza se aplastan contra el quicio de una puerta, se migan y se selecciona su carne. Esta se mezcla con miga de pan remojada en leche y con huevos batidos para, finalmente, cuajar la tortilla en sartén con aceite.
¿Y qué pasó con la esperada inversión asturiana de la empresa USA de los Sres. Foyo?
Pues lo que contaba el estrambote del soneto quevedesco: «Miró al soslayo, fuese y no hubo nada».