POR JOSE ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFCIIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Dicen unos que saben de esto, que Pesoz fue cuna de aquellos primeros pobladores llamados «pésicos» porque algunos viejos documentos parecen acreditarlo («… valles, quem dicunt Pesicis…»; otros, que también saben de lo mismo, lo niegan, y dicen que la comarca de los pésicos corresponde a la cuenca del alto Narcea y no a la del Navia.
Pesoz es lugar montano de verdes valles y praderíos; municipio cercano a Bual y a Illano, allí donde la quiastolita se muestra , en corte pulido, como una milagrosa CRUZ, que llaman de San Pedro, y que los peregrinos en su caminar jacobeo atesoraban como amuleto protector de males y aojamientos.
En Pesoz, como narra Aurelio de Llano en BELLEZAS DE ASTURIAS (Oviedo 1929), se cultiva la vid de forma muy importante, y se baila la polca con la moza que brinda amores: «Carmina, mía nena / si non me das un bicu/ eu morro de pena». Y se comen caldos, y potes de berzas o de nabizas, y garbanzos con callos, y pollos y conejos de corral, y se asan o guisan cabritos, y se fríen fereisolos (frisuelos, fillolos o cereisolos), y se hace arroz con leche, y brazos de gitano, y mantecadas, y, por encima de todo… ¡ MARAVILLAS !
¿Qué son estas delicias dulceras?
Pues un a modo de rosquillas o «rectángulos», de masa anisada, elaboradas con harina, azúcar, huevos, mantequilla, levadura (un poco) y chorrito de anís, bien amasado todo con la ayuda de un poco de leche (para aligerar) y que, tras un reposo de la masa, se estira esta, se cortan tiras y se les da forma al gusto; fríen en aceite y se espolvorean con azúcar o se bañan con un almíbar. En fin, vayamos a Pesoz; visitemos sus castros (Santa Cruz y San Isidro); perdámonos en sus valles y cumbres, degustemos su cocina tradicional, y de postre… ¡¡¡ MARAVILLAS!!!

