
POR APULEYO SOTO, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)
En cuanto pronuncian mi nombre me diluyo en la multitud.
Me parezco tanto a mí que no quiero ser otro.
Estoy a gusto con quien soy, aunque a veces intento ser más del que soy.
La diversidad de los otros me completa a mí.
Cuanto más viajo más me quedo en mí mismo.
El conocimiento es insondable; por eso naufrago en él de continuo.
Si no hubiera libros no existiría yo, así que no sé qué haré cuando desaparezcan.
Me tengo por hombre, pero querría convertirme en árbol también, para ver más desde su altura.
Hora a hora me desnudo en mis artículos y no me da vergüenza.
Mejor abrir la boca que cerrarla. Uso las llaves sólo para abrir los corazones de los demás.
Vivo de milagro porque lo que observo a mi alrededor no me contenta, y ni hay quien lo aguante.
Estar y sentirse ausente resulta a veces lo más presente. Te echan de menos.