POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

Han de disculparme, pero hoy, como niño con zapatos nuevos, me siento orgulloso de que un libro mío, uno más sobre Colunga, goce de los placeres de la imprenta.

Ediciones LA CRUZ DE GRADO y su director -editor, César García Santiago, no escatimaron ilusión, esfuerzo, trabajo y dineros para que esta publicación fuera una realidad al alcance de los colungueses.

Un libro de 130 páginas, tamaño DIN A-3, en el que alternan fotografías que van desde los finales del siglo XIX hasta la década de 1960-1970 y textos, anuncios, publicidad… de tiempos pasados.

Gentes muy amigas de Duz, Libardón, Pernús, Lastres, Colunga, La Isla, Gobiendes, La Riera… han prestado desinteresadamente su colaboración con aporte de fotografías; hemos seleccionado textos y poesías de colungueses escritores… ¿Cómo no recordar que en 1897 LA FLOR, confitería de Gerónimo González, ofrecía turrones de Jijona y de Alicante a 6 «reales de vellón» la libra? ¿Y qué Emilio Alonso, «el retratista», en 1898, se anunciaba para comprar «toda clase de amuletos, ciguas engarzadas en oro o plata, puñeses de coral…»? ¿Cómo no reproducir poesías de Rufino Alonso, José Antonio Olivar o los «pareados publicitarios» que redactó un colungués, emigrante en Buenos Aires, para las fiestas de Loreto del año 1964?

Sucesos políticos y eventos familiares alternarán en discursos, comuniones, bodas, banquetes, y… anuncios de prensa.

Recordaremos escenas de caza (jabalíes, tejones); de descanso y fiesta, de escuela; imágenes de vida campesina…En fin, y así lo digo en el prólogo, escribí este libro sobre Colunga (el primero de una serie que espero continúe en el tiempo) con el convencimiento, en frase de Voltaire, de que «hay momentos en la vida cuyo recuerdo es suficiente para borrar años de sufrimiento».

Allá, en mi escuela de San Juan de Duz, doña Aurora llevaba mi mano sobre el Rayas para enseñarme a escribir. Fue mi primera maestra. Espero haber sido un buen alumno.