POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA
Es el día 27 de abril festividad de san Isidoro de Sevilla, como lo citamos casi siempre. Ese sabio arzobispo cuyos restos descansan en la noble Colegiata de León que el rey levantó cuando el monarca moro de Sevilla, el poeta, como se le conoce, permitió que el cuerpo del santo abandonara la ciudad del Guadalquivir y, peregrinando por la Vía de la Plata, etapa tras etapa, llegara al magnífico edificio en el que recibió sepultura. En una de esas etapas descansaron los santos restos en la ciudad de Zamora.
Como recuerdo permanente se levantó la iglesia que lleva su nombre, aunque su culto está dedicado a la Virgen del Carmen. Su estructura primitiva ha sufrido añadidos, como la espadaña que cerró la puerta del hastial, la cabecera con el camarín añadido en el XVIII, parte clave del culto a la Virgen.
La eucaristía celebrada por el párroco de San Ildefonso y concelebrada por José Manuel ofreció al final la sorpresa de poder adorar la reliquia del santo, además de presentar la pequeña escultura en piedra de san Isidoro en su cátedra, obra del benaventano Gabi More. Se procedió a la bendición de la pieza con el ceremonial de costumbre, constituyendo un verdadero acontecimiento. El público asistente pudo acercarse a la pequeña joya realizada por el benaventano de esa sabia figura que una vez descansó en nuestra ciudad, en la lejana época en la que en ella convivían tres culturas. Cristianos, hebreos y musulmanes convivían, se relacionaban y atendían sugerencias, haciendo posible la paz y el progreso.
Esa delicada y genial creación de Gabi nos recordará siempre el histórico personaje que durante varios siglos fue toda una enciclopedia universal.
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