¡SANTA MARÍA, LO QUE ACABO DE VER!
Feb 07 2008
Santa María de Riaza (Segovia).
Santa María de Riaza (Segovia).

En una razia rápida como las de Almanzor el del tambor, no con fines destructivos sino constructivos, por las tierras de los pueblos rojos y negros del noreste segoviano me he topado con Santa María de Ayllón. Nunca viera semejante maravilla tan olvidada, descuidada y a trasmano. Pero ahí está, con la altiva espadaña dieciochesca en la que anidan semicongeladas un par de cigüeñas y la gigantesca mole de la iglesia en un románico tosco, demasiado tosco tal vez, capaz para más de mil feligreses en tiempos de bonanza, que fue cuando la levantaron y adornaron allá por el siglo XIII. Ahora sólo viven setenta almas de dios ¿Eran otros hombres y mujeres, otros valores los que prevalecían? Me inclino porque sí.

Mi acompañante, el erudito y poeta Pascual Izquierdo, me introduce en la nave semidesnuda que nos ha abierto la piadosa sacristana Carmen Sanz. Empezamos a recorrerla desde el bajo coro mudéjar trasero y no salimos del asombro. La pila bautismal de una pieza en la que caben dos personas agachadas, está decorada con un signo cabalístico repetido cuatro veces y se parece a un ocho. El ocho es un número mágico, pero no acabamos de entender qué pinta cincelado allí, en el vientre marmóreo de la pila insomne, junto a una fecha: S. VII. ¿Es siete o nueve lo que tratamos de adivinar? El inmisericorde tiempo ha allanado los relieves. Da igual. Es edad suficiente para saber que nuestros coterráneos doblaban la cerviz ante el Dios cristiano, ofreciéndole sus primeros vagidos, en el alto y acorazado corazón de Castilla.

Avanzamos por el cuerpo central y levantamos los ojos. Un entramado de maderas pintadas sostienen la techumbre. Están como el primer día y podemos recrearnos en las pinturas bíblicas de los muros laterales en que se apoyan. No han perdido vigor. La sacristana dice que debajo del tejado se encontraron hace treinta años tablas que parecían flamencas, embadurnadas con cemento y yeso. Parte de ellas las entregó el cura al carpintero para pagar los bancos en que ahora se arrodillan los vecinos. Curiosa si no embargable transacción, transición, transmisión o depuración.

Finalmente, ya casi en el presbiterio, próximo a un arco carpanel, yace enclavado un Cristo barbado y sonriente del siglo XIV, cubierto con un paño de pudor o perizonium más amplio de lo normal y bañado con un barniz cerúleo. ¿Sabe este pueblo lo que atesora?

Fuente: http://www.eladelantado.com/

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