
POR MIGUEL GALLEGO ZAPATA, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE SAN JAVIER (MURCIA)
Ante el asombro y la congoja de cuantos iban recibiendo la triste e inesperada noticia que corría como la pólvora ¡se ha muerto Pepe el Sedo!, ¡se ha muerto Pepe el Sedo!… nos despertábamos el domingo. Llegó a San Javier procedente de Cartagena, no podía negar ese “deje cartagenero” y tras un fugaz pasó por Balsicas que aprovechó para casarse con una gran mujer, de la saga de los Garcerán, se estableció aquí con su camión marca “Sedor”, de ahí su apodo, con el que abastecía de áridos a los constructores de toda la zona.
Trabajaba de día y de noche, era un coloso. Lo conocí en mi época de depositario municipal cuando iba a cobrar las facturas de los áridos y pequeños portes realizados al Ayuntamiento, me lo encontré más tarde cuando trabajé para Antonio González. Ya tenía una flota de camiones, a los que, con su sagacidad emprendedora, les buscaba trabajo entre las grandes empresas.
Se dedicó más tarde a las grandes urbanizaciones, realizó polígonos industriales: Los Urreas, Venta del Pino, La Tejera, Herederos de Zapata “Finca de Bigotes”, El Palomar… fabricó tuberías… Era un hombre arrollador, con un don de gentes fuera de lo normal. Si tuviera que definirlo en cuatro palabras: “era un todo terreno”.
Educó a sus hijos en la laboriosidad, se rodeaba de los mejores, allí trabajaba lo más florido y, hasta su hija María del Carmen, una dama encantadora que estudió Magisterio y ejerció en Torrevieja, entre otros muchos lugares, y se casó con el Doctor Vivancos, gran amigo, acabó en aquella empresa familiar, modélica, y todos eran pocos para hacerle andar a aquel emporio.
Mi amigo Antonio Montesinos Pérez, tantos años funcionario del Ejército del Aire, fue su mano derecha, hasta hace poco.
Mi nieto cuando estudiaba Ingeniería, le gustaba trabajar en aquella empresa en sus vacaciones, allí se aprendía mucho, era como una escuela de formación profesional y una Escuela de Negocios, haber trabajado con Pepe el Sedo, era un aval de eficacia.
Era el auténtico emprendedor, hoy tan en falta, no supe que tuviera problemas laborales con su gente, con sus iniciativas que eran muchas y buenas, creó muchos puestos de trabajo. Los que le conocimos y tanto le admirábamos estamos consternados ante la irreparable pérdida de este gran amigo y empresario singular.
Su familia, sus trabajadores y sus amigos sufrimos esta pérdida tan inesperada, pero, para San Javier, ha sido un duro golpe.