POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

La «cocina del queso» tiene antigüedad de milenios; y si nos «acercamos» a tiempos de nuestra era (es decir, después del siglo 1 d.C.), vemos cómo Apicio, en De re coquinaria, nos regala algunas recetas que bien podrían ser actuales.

Tal es, por ejemplo, la de una torta elaborada con una masa hecha con harina y agua, a la que después de cocida, se le añadía queso, miel y algunas hierbas aromáticas.

Ya en tiempos del dominio árabe, las almojavanas (o almojábanas), palabra derivada de al-muyabban (composición de queso) fueron después ampliamente citadas en el Libre del Coch, de Rupert de Nola (siglo XVI).

Vayamos a lo nuestro.

Sobre tartas de queso fresco se han propuesto tal multitud de recetas que ellas solas dan para redactar un amplio volumen. En algunas hasta se detecta «un puntín de mala leche», intentando despistar al posible «cocinillas», bien citando algún ingrediente innecesario u ocultando alguno importante.

En general son todas ellas fórmulas muy similares y nosotros, hoy, puesto que Morcín exalta el afuega´l pitu, nos inclinaremos por una tarta de este queso.

Con galletas maría molidas, mantequilla (poca), un chorrito de vino blanco y un poco de leche condensada, todo bien mezclado, haremos una masa-base para forrar el fondo y las paredes de un molde circular.

Con unos 300 g de afuega´l pitu blanco, muy fresco, 2 huevos, leche condensada y 2 cucharadas de miel, todo bien mezclado, haremos un relleno para completar el molde. Hornea durante una media hora a 180º C.

Ya fría la tarta, se desmolda y se cubre con una fina capa de mermelada el gusto (fresas, arándanos, manzana,…). Buen invierno, que se acerca la nieve.