POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
El historiador Manuel Muñoz Zielinski, refiere qué, a finales del siglo XVIII, concretamente en el año 1772, durante la época invernal, el teatro resultaba ser la diversión pública por excelencia, en Murcia; quizá la única.
En La Casa de las Comedias, las clases acomodadas” ocupaban los lugares de privilegio mientras, los menos exitosos, ocupaban los espacios distantes; llamados gallinero. Allí, las actrices, llamadas “tonadilleras” interpretaban sus coplas y tonadillas -unas veces críticas y otras atrevidas- haciendo las delicias de los espectadores.
La noticia se corrió por todos los pueblos de la provincia, aireando a bombo y platillo de qué, en Murcia actuaba una tonadillera llamada María Antonia Fernández, nacida en Madrid en el año 1750 y con una vida de leyenda, que atendía con el alias artístico de La Caramba.
La empresa que gestionaba sus actuaciones publicó qué, al terminar su programación en la capital murciana, podía ser contratada para actuar en los pueblos. Eso sí, además del salario estipulado, debían abonar el gasto del transporte en tartana y el alojamiento.
En Ulea, “un militar de la guerra de Sucesión”, valido del Cardenal Belluga entonces Obispo de Cartagena -Murcia; el uleano Francisco Tomás Abenza, sobrino del cura .Miguel Tomás Abenza. Contrató en dos ocasiones a la tonadillera más famosa en la actualidad,La Caramba.
En Ulea, en un patio cercado de su heredad, de la actual calle O´Donnell, se celebraron, con gran alborozo, las funciones de la prestigiosa tonadillera, durante dos fines de semana, en los años 1773 y 1774.
Entre los requisitos del contrato se hacía constar el traslado desde Murcia y regreso, así como el alojamiento. El traslado se efectuó en la tartana propiedad de D. Francisco Tomás y el alojamiento, en Ulea, en la posada de Enrique Palazón El Parra, ubicada en la actual calle José Antonio (frente a la casa de la familia Miñano).
Al día siguiente de las funciones artísticas a las que solo podían asistir hombres, los mozos del pueblo tarareaban por las calles de Ulea, las canciones subidas de tono de la escultural tonadillera María Antonia La Caramba.
María Antonia, con su escultural figura, llamaba la atención por donde iba y, tal expectación despertaba qué, “sus seguidores” inmortalizaron la canción de la caramba, con la admiración que le profesaban: ¡¡Qué rica es la Caramba!!