POR JOSÉ MARÍA SUÁREZ GALLEGO, CRONISTA OFICIAL DE GUARROMÁN (JAÉN)
(Publicado en Diario JAÉN el martes 3 de febrero de 2015)
Nada como ver llover junto a los poetas de cabecera. Enfundado en el sillón de las siestas perdidas evoco a Machado:
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Reabro en esta tarde de cielo triste un libro vigente: Contra el fanatismo, Editorial Siruela, Madrid, 2007, del escritor pacifista israelí Amos Oz: Se trata de una lucha entre los que piensan que la justicia, se entienda lo que se entienda por dicha palabra, es más importante que la vida, y aquellos que, como nosotros, pensamos que la vida tiene prioridad sobre muchos otros valores, convicciones o credos. […] Se debe a la vieja lucha entre fanatismo y pragmatismo. Entre fanatismo y pluralismo. Entre fanatismo y tolerancia.
Echa uno cálculos y comprueba la cantidad de fanatismos que nos rodean: Políticos, económicos, religiosos, nacionalistas y hasta deportivos. Sin darnos cuenta los asumimos sin el menor espíritu crítico. En la bipolaridad mental que nos han sumergido sentimos la pereza de ser críticos en una sociedad en la que pervivimos como indigentes emocionales. En el fondo todo se reduce a contestar una pregunta mediocre: ¿Y tú con quien estás? ¿Y tú de quién eres? Como si debiéramos llevar grabado el hierro de la ganadería a “fuego y sumisión”.
Reivindico aquí el pensamiento del canciller que tuvo que reconstruir la mitad de Alemania después del nazismo, Konrad Adenauer: No hace falta defender siempre la misma opinión porque nadie puede impedir volverse más sabio. No existe, por tanto, una opinión que valga más que una actitud plural y democrática, que no renuncie al debate y que no tema rectificar o evolucionar.
Es difícil imaginar sólo hace un puñado de años que al siglo XX habría de sucederle de inmediato el siglo XI. ¡Nos están adiestrando en el fanatismo medieval!
Jamás he visto a un fanático con sentido del humor. Será por ello por lo que les cabrea tanto a los que siempre “hacen lo que tienen que hacer”, que otros “digan lo que tienen que decir”, desde la libertad y la tolerancia.