DESDE LA PEÑA DE FRANCIA

POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ).

Foto interior de la ermita

La Peña de Francia se levanta casi de súbito sobre la llanura, al sur de la provincia de Salamanca, en el límite con la de Cáceres. La montaña se eleva a 1.727 metros sobre el nivel del mar, y termina en una pequeña meseta. La Peña de Francia se muestra, indudablemente, desde cualquier perspectiva, como la montaña con más personalidad de toda la sierra. No deja de ser extraño el nombre de Francia que se da a la Peña donde se descubrió la imagen de la Virgen, y a su sierra. El documento más antiguo que se conserva con el nombre de Francia, aplicado a esta comarca, está fechado en 8 de enero de 1289, es decir casi siglo y medio antes de la llegada a estos lugares de Simón Vela.

El motivo de este nombre no se sabe con certeza, como tampoco el origen de las imágenes. Sabemos que una colonia francesa figura entre los repobladores de Salamanca en el siglo XI, como ocurrió después con otras ciudades arrancadas a la morisma, como por ejemplo: Toledo, Córdoba y Sevilla. Muy bien pudo haber ocurrido que una colonia similar se estableciese, entonces o más tarde, en estos lugares, y por ella recibiera la comarca el nombre de la nación de origen de sus repobladores. Viejos apellidos originariamente franceses (Luis, Griñón, Martín, Giral, Bernal, Gascón y Cascón,…) son frecuentes en familias arraigadas desde tiempo inmemorial en los pueblos de la “sierra”. El mismo nombre de San Martín del Castañar que lleva uno de los pueblos de la sierra, señala la misma dirección.

Tan sólo dos años después del hallazgo de la imagen de la Virgen se hicieron cargo, de ella y de su ermita, los frailes dominicos. Durante esos dos años, la montaña de la Peña comenzó a ser objeto de fuertes disputas entre los señores de Granadilla y Miranda. Ante tales pretensiones el obispo de Salamanca, el 19 de septiembre de 1436, cede al provincial de los dominicos los derechos que pudiera tener sobre la ermita construida en las cumbres. Cuatro meses después, una comunidad de dominicos de cinco miembros asume canónicamente la ermita.

El número de religiosos de la comunidad establecida en la Peña creció rápidamente y echó raíces en la zona. Ya en el año 1516, en que se puso la primera piedra de La Casa Baja, la comunidad contaba con 22 religiosos. De esta comunidad partieron numerosos misioneros hacia América y Extremo oriente, especialmente Filipinas. Fueron ellos los principales impulsores de la devoción de la Peña en aquellos territorios.

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