BARCOS DE MADERA, HOMBRES DE HIERRO (4)
Ene 24 2015

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

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El miércoles, 25 de agosto de 1875, a las dos de la tarde, naufragó a unas cinco leguas del cabo de Cullera un bergantín redondo llamado ‘Colombia’, de 209 toneladas, de matrícula de Santander y Torrevieja, que con cargamento de vino, espíritu de vino, aceite, cáñamo y simiente de alfalfa iba con destino a Barcelona, Cotte y Marsella.

El buque quedó completamente sumergido, perdiendo todo el cargamento, y la tripulación, con un pasajero que llevaba, se salvaron en un bote, saliendo a la playa a la una y media de la madrugada, dos días después.

El 10 de diciembre de 1875, viernes, entró en el puerto de Torrevieja el bergantín danés ‘Johanne’, conduciendo a los náufragos del bergantín francés ‘La Inmaculada Concepción’, que había salido de Marsella para Orán.

Cinco días después, el 15 de diciembre, se presentó en Carboneras el patrón y tripulantes del laúd ‘Purísima Concepción’ que procedente de Almería en lastre se dirigía a Torrevieja y naufragó en las aguas de los Escollos de Cabo de Gata. Afortunadamente no hubo que lamentar ninguna desgracia personal.

En abril de 1876, la polacra goleta ‘Angelita’ de la matrícula de Villajoyosa que al mando de su capitán Miguel González se dirigía de Torrevieja a Gibraltar, fue pasada por ojo uno de esos días en el estrecho de Gibraltar por un vapor francés, habiendo perecido dos hombres de la tripulación, salvándose el resto en el mismo vapor, que los desembarcó en la colonia inglesa.

El 16 de septiembre de 1876, sábado, encalló en la playa próxima a la Caja Moral, distrito de Fuengirola, el bergantín goleta ‘Joven’, de la matrícula de Luarca, que con carga de sal de Torrevieja se dirigía a Santander. El siniestro ocurrió al hacer una virada, en cuya maniobra, por las condiciones del buque y del viento que en aquel instante corría, cabeceó la embarcación, quedando encallada en la arena. El puesto de carabineros establecido en aquella zona prestó eficaces auxilios, encargándose de custodiar todos los enseres del barco. Aunque se arrojó al mar parte del cargamento no se consiguió poner al buque a flote.

En septiembre de 1877, el bergantín ‘Carmen y Teresa’, procedente de Torrevieja, tuvo una arribada forzosa en Algeciras con averías de consideración en la arboladura, bastante agua en las bodegas y habiendo perdido un hombre que cayó al mar al hacer varias maniobras.

En noviembre de 1877, naufragó frente a Oporto el bergantín español ‘San Juan’, que procedente de Torrevieja se dirigía a Marín con cargamento de sal. Los tripulantes fueron recogidos por el vapor inglés ‘Nesoport’, que el 14 de noviembre tuvo que arribar a Vigo.

El 15 de diciembre de 1877, un temporal causó grandes destrozos en la costa mediterránea. El falucho ‘Bautista’, de la matrícula de Torrevieja, se fue sobre la costa, salvándose la tripulación. La corbeta ‘Josefa’, de la inscripción de Barcelona, apareció atravesada en la playa de Ferris, el capitán, Juan Bautista de Uribe, y cuatro tripulantes perecieron; ocho individuos, entre ellos el piloto, se salvaron. Al poco rato del naufragio se desguazó el buque por el temporal que reinaba. Destacó en el salvamento el heroico valor llevado a cabo por el señor Gutiérrez y sus operarios, en unió al alcalde de Torrevieja, Francisco Torres y de los hospitalarios vecinos de la villa.

Con fecha del día 16, Una carta escrita en Torrevieja describe detalladamente los pormenores del siniestro acaecido a la vista de la población:

Ni el bramido del mar que amenazaba destruir cuanto en el barco había, ni el intensísimo frío que todos experimentaban, ni aún la muerte misma que se cernía a cada paso, hicieron desistir de su temeraria empresa al indicado Sr. Gutiérrez y a sus seis operarios, en unión del inteligente alcalde tercero D. Francisco Torres y de aquellos vecinos, de salvar la vida de aquellos seres que tenían abierta la tumba a sus pies.

En este sentido, y con la velocidad del rayo, arrastraron un lanchón, de la propiedad del referido Gutiérrez, y por mandato suyo, frente al lugar del siniestro, que se encontró a kilómetro y medio, y exponiendo sus vidas, salvaron las de ocho, que, sin esta heroicidad, hubieran perecido de seguro antes de cinco minutos. Rasgo como este no necesita comentarios. ¡Gratitud eterna a los nobles hijos de Torrevieja, y con especialidad al Sr. Gutiérrez, al Sr. Torres y a los seis operarios.

No concluiré sin consignar antes, que el señor alcalde Torres, en vista del cansancio de todos y del intenso frío que hacía, para animarlos, fue el primero en tirarse al agua casi a la cintura. Rasgos como éste quisiera yo haber visto en el ayudante de marina de esta localidad, que, según de público se ha dicho, acudió al lugar del siniestro después de las ocho.

Concluyo llamando la atención de todos, que en vista de lo dicho y de otros mil casos por el estilo que ocurren a cada instante en esta rada, se hace indispensable que el gobierno, que vela por los intereses de todos y de la nación misma, haga un puerto en Torrevieja, donde tiene la mejor finca el Estado, en las salinas, que ofrece seguro asilo, tanto a los buques nacionales como extranjeros. De este modo, la concurrencia será mayor, y por consecuencia más los intereses que esta fábrica recaude en provecho de una nación tan empobrecida.

Esa mismo día, en Jávea naufragó, en la playa de Molinell, la balandra ‘San Nicolás’, de Torrevieja, ahogándose el capitán, el contramaestre y el mozo, salvándose cuatro tripulantes.

A las siete y media de la mañana del martes, 27 de agosto de 1878, el capitán del vapor-correo ‘María’, en la travesía de Ceuta a Tarifa, reconoció un buque embestido en la costa de España y en el punto denominado Olivero, al oeste de una milla de Guadalmesí. Hizo enseguida dicho capitán rumbo hacia el expresado buque, hallando a éste completamente perdido y a salvo la tripulación. El siniestro lo motivó un buque francés de hierro que le embistió por el anca de popa de la banda de estribor. Dos marineros del buque francés pasaron al buque embestido para auxiliar; pero no pudiendo dar abasto a bombear el agua que hacía, embistió en tierra para salvar a la tripulación y el buque si era posible. El barco perdido era la polacra goleta ‘Vicenta’, de la matrícula de Mataró, que procedente de Torrevieja se dirigía a Villagarcía con cargamento de sal.

En el mes de mayo de 1879, ocurrieron en Torrevieja dos desgracias consecutivas y verdaderamente deplorables. Al regresar a esta playa un bote que había salido con las parejas, fue volcado por un golpe de viento, con tal desgracia, que los dos marineros que la tripulaban se ahogaron. Uno de ellos dejó en la orfandad cinco hijos y en la viudez a su desgraciada esposa.

En la madrugada del domingo, 11 de mayo, salió otro bote a la mar tripulado por tres jóvenes hermanos, perdiéndose la embarcación. Cuatro días después, algunos barcos de pescadores hallaron restos de un bote que se aseguró pertenecía al que tripulaban los tres hermanos.

A finales de julio de 1880, se perdió en alta mar, entre el puerto de Alicante y el de Torrevieja, la goleta inglesa ‘Concordia’ con cargamento de guano.

En la noche del 28 de noviembre de 1880, embarrancó en la costa Ferris de Torrevieja el laúd ‘Jaime’, de la matrícula de del Grao de Valencia, prestando las autoridades marítimas su auxilio.

En abril de 1881, se perdió el ‘Joven Bibiana’ de la matrícula de Torrevieja, sin tripulantes. Fue apresado por el resguardo marítimo, encontrándose sin gente al llegar a la playa.

En septiembre de 1881, el vapor francés ‘Emma’ remolcó hasta Vigo a la goleta española ‘Segundo Barceló’, que halló desarbolada a la altura de las Berlingas, cuando se dirigía con cargamento de sal de Torrevieja a Betanzos (La Coruña).

Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 24 de enero de 2015

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