CUENCA, DEJÓ ATRÁS EL CINCUENTENARIO DE FEDERICO MUELAS Y ATERRIZA EN EL CENTENARIO DE VIDA DE TORNER
Feb 05 2025

POR MIGUEL ROMERO SAIZ, CRONISTA OFICIAL DE CUENCA, VILLAR DE DOMINGO GARCÍA Y CAÑETE (CUENCA)

Cuenca es una ciudad, discutida y olvidada en muchas de sus esperanzas, pero que sigue teniendo unas señas de identidad bien definidas. Es una ciudad que encierra arte por sus cuatro costados, cuyo decorado es eterno por belleza y sinfonía, la misma que despliega su musicalidad por rincones y hoces.

Tal vez, la Sibila que nos cautivó en tiempos griegos, como prometedora pitonisa no adivinó cuál sería el futuro de una ciudad, creada por fuerzas de la Naturaleza para refulgir ante una belleza sobrenatural, diseñada por los dioses para definir cultura si enfocamos nuestra mirada hacia el Arte Contemporáneo o saboreamos diseño culinario en sus fogones.

Pasó un 2024, intenso en propuestas de futuro –tal vez no han podido consumarse del todo- y en buena resaca de aquel 2023 que nos hizo encabezar el mapa gastronómico de España, celebrábamos varios hechos, sino históricos sí socio-culturales, que tuvieron a Zóbel, filipino que vino a encontrar en Cuenca su refugio inesperado y que hizo de nuestra ciudad, emporio de un arte que llamaba a las puertas de una creatividad sin recelo. Bien queda de elogiosa muestra, ese Museo de Arte Abstracto.

Por otro lado, tampoco podía quedarse en esa escultura que bien preside el espacio de San Pantaleón, sino que debía volver a las aulas de un Colegio con su nombre, a la poética que sigue llevando también su estela, al proyecto exitoso de Cuenca, Ciudad la Música (QCM) o al bestiario ciudadano para recordarlo como el gran poeta del tiempo, a traspié entre una República, una guerra y una dictadura. Ese no era otro que nuestro añorado Federico Muelas, al cumplir cincuenta años desde su fallecimiento.

Poeta, periodista, autor de guiones cinematográficos y pregonero. Hombre incansable dentro del mundo de la cultura, licenciado en Derecho y Farmacia, fundando su botica en Madrid, fue el creador del grupo guiñol “La Cometa”, de las revistas poéticas Deucalión y el Pájaro de Paja. Participó y organizó tertulias literarias junto a José García Nieto, Camilo José Cela, Pedro Toral, Sánchez Maza, Ángel Crespo, Carlos de la Rica. Fue Premio Nacional de Guiones cinematográficos en el año 1961. Considerado miembro de la generación de 1936.

Sentí, cuando hablaba de él, en la acogedora sala de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, que le debíamos mucho y no le pagábamos adecuadamente toda su generosidad poética, narrativa, social y patriótica. Y ha pasado el año, y poco se le ha hecho para su gran merecimiento. Un hombre, una palabra; un creador, un soñador y un conquense –de pro y para siempre-.

Y llega este 2025, esperanzador en muchos aspectos –por lo menos de sentimiento y razón-, tal vez no tanto en progreso y desarrollo salvo que se vayan cumpliendo esos posibles retos anunciados que pueden y deben dar un giro creíble y futurista a una ciudad –casi dormida en el sueño universal- y necesitada de valorarse a sí misma. Debemos creer más en nosotros mismos –lo decían Ghandi y Mao cuando hablaban de su Tierra- y deberíamos sentirlo nosotros, valorar nuestros recursos, exponerlos y buscar el crecimiento cuando seamos capaces de dejar un poco de lado ese “ea” que nos ata.

Puede ser un año diferente, o por lo menos, soñaremos con ello; tal vez, no lo sea para mí, pero sí en todo su deseo, para la Cuenca que aspira a crecer. Por ahora, en el pensamiento, será el Año Torner, y eso siempre es una parte del respeto que como ciudad cultural merece; porque Gustavo Torner de la Fuente cumplirá 100 años de vida, en esta su ciudad, donde tanto disfrutó, ha hecho y sigue queriendo hacer. El Ayuntamiento lo nombraba Hijo Predilecto, reconocimiento afortunado y bien decidido, y él –ante su ausencia por edad-, lo agradeció y lo dejó sentir.

Nace en Cuenca en 1925. Artista autodidacta que junto a Gerardo Rueda y Fernando Zóbel forman la llamada “Escuela conquense” –según algunos medios informativos- y cuyo objetivo fue introducir en España las nuevas corrientes modernistas. Junto a Zóbel dieron vida al Museo de Arte Abstracto Español, en las simbólicas Casas Colgadas que vería la luz el 1 de julio de 1966.

Obras suyas hay por toda España y en muchos países. Destacar la escultura en la plaza de los Cubos de Madrid, los 7 metros lineales de muro de mármol en Alicante o la escultura laberinto de un parque de Santa Cruz de Tenerife. En la ciudad de Cuenca realizó el monumento a la Constitución española, en la plaza de Mangana, el 6 de diciembre de 1986.

Gustavo Torner ha recibido numerosos reconocimientos a lo largo de su vida, como el Premio Nacional de Arte Gráfico 2016, concedido por Calcografía Nacional de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Gran Cruz de la Orden Isabel la Católica, la Encomienda de Orden Civil de Alfonso X el Sabio (1966) y la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio en el 2017. En 2018 donó a la ciudad de Cuenca 88 de sus obras (pinturas, esculturas, collages y obra gráfica) que pasaron a formar parte del patrimonio municipal. Cuenca cuenta desde diciembre de 2005 con “El Espacio Torner” un lugar de contemplación ubicado en la iglesia tardo-gótica del antiguo convento de los dominicos.

El pleno del 28 de octubre de 2024 aprobaba la propuesta de Hijo Predilecto de Cuenca, título que le fue ratificado, por unanimidad, este pasado 27 de enero de este 2025.

Muchos han escrito sobre él: Alfonso de la Torre, May, Vicente Jarque, Francisco José Cerceda, Lucio Rodríguez, José Ramón Alcalá, María Fraile Yunta y el recordado y admirado crítico, Florencio Martínez Ruiz; y todos han contado excelencias de su obra, de su proyección, de su elevado marco de creatividad inusitada. Sin duda, después de ese camino de formación, aprendizaje, relación social y enfoque futurista en su visión de la modernidad, “la producción artística de Gustavo Torner se verá incrementada cuando siente que la abstracción y el formalismo figurativo deben compartir sus inquietudes y observa cada rincón, cada circunstancia socio-política, analizando al detalle los planteamientos de los artistas del momento, ofreciendo en sus obras, tanto pictóricas como escultóricas, esa complejidad conceptual y técnica en la que se encuentra a gusto” –en palabras de Martínez Ruiz-. Fue y, sigue siendo, admirado por sus coetáneos y respetado por los albaceas del Arte en ese último tercio del siglo XX, y ahora le seguimos admirando muchos de nosotros, por lo menos esta Cuenca que cree en ese futuro de poder contar con algo más de lo que ahora tenemos.

Pasó, por tanto, ese 2024 con la añoranza de recordar a Zóbel y también a Federico Muelas. Éste último, cuando en sus pregones de Semana Santa, Federico Muelas, hacía semblanza, reflexión, alabanza y crítica de su querida Cuenca. En sus poemas, cantaba su lírica –con la sublime esperanza de verla feliz- a la ciudad que le viera nacer. En sus requiebros de pura narrativa descubría las luces y las sombras de una ciudad castellana, herida en su Gólgota para asumir su destino. Para él, esa Cuenca suya estaba necesitada de llanto, necesitada de orgullo, porque sigue siendo presuntuosa en el tiempo histórico y necesita el vitalismo que su poética descalza.

Y ahora, en este 2025, con Gustavo Torner, en vida y a punto de alcanzar ese Centenario como demostración de lo que nos ha dado y aún puede darnos.

Por eso, en este humilde artículo, mi pequeño homenaje a un año que pasó y la propuesta de esperanza y deseo a un año que ha nacido y que queremos ver crecer.

Miguel Romero Saiz

FUENTE: https://eldiadigital.es/art/484281/cuenca-dejo-atras-el-cincuentenario-de-federico-muelas-y-aterriza-en-el-centenario-de-vida-de-torner-por-miguel-romero

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