
POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (AVILA)
Comienzo a escribir estas líneas impregnado de Isabel. Después del último capítulo tan lleno de emociones, tan fuerte de diálogos, tan tierno de complicidades. El último capítulo de esta tercera temporada, en una noche de alta audiencia. Y no era para menos, mucha era la expectación que habían despertado los capítulos anteriores y el tráiler del final.
Un final que, no por esperado ha dejado indiferente a la audiencia. Y es que la historia de Isabel da para mucho. Muchos estábamos pendientes del televisor situados cómodamente ante la pantalla para no perdernos ni un detalle de esas escenas del final. Ya nadie duda del resultado tan positivo de esta serie, nadie duda que aquí se puedan realizar tan bien como en cualquier parte, que hay equipos, muy buenos equipos, humanos y técnicos para realizar historias atractivas que no tienen nada que envidiar a las tan afamadas series inglesas.
Precisamente ha sido Inglaterra el primer país en comprar los derechos de emisión.
Recuerdo que al principio de esta serie, de ella hice algún comentario en estas líneas, siempre bajo mi punto de vista, en la relación de la reina con nuestra ciudad y siempre teniendo presente que en los primeros capítulos “la mi villa de Arévalo” como la propia Isabel decía, estuvo muy presente.
Fueron los intensos momentos de Arévalo en la vida de Isabel, y también los más tranquilos con su hermano Alonso y su madre, otra Isabel. Y según unos relatos de cronistas, los más felices.
La casa de su madre, su casa, a donde siempre volvía. Recordemos que Isabel madre, la viuda del rey Juan II de Castilla, murió en 1496, poco antes que la hija, Isabel la Reina Católica.
Las casas reales arevalenses, el escenario de estos y otros acontecimientos, desaparecieron, un error histórico que nunca debemos olvidar, por ignorancia, con desprecio y alevosía. Borrando los lugares de nuestra historia hemos borrado los escenarios, las imágenes y los personajes que hicieron Arévalo como fue, y así nunca poder presentar los acontecimientos de nuestra historia, muchas veces historia de Castilla, en sus escenarios naturales. Algo muy importante y que además, hoy sería un lugar muy atractivo para ese llamado turismo cultural que hoy tanto mueve. Por eso, a falta de otra imagen, presentaron el castillo, que también era de la corona, y que al fin y al cabo Isabel visitaría, en el vivía su amiga Beatriz, porque su padre era el alcaide.
Efectivamente nuestro castillo es un lugar isabelino, aunque fuera muy transformado.
Luego la historia siguió en la serie y en susdos siguientes temporadas, muy mejorada en su presentación, con más medios y cuidada ambientación, unos grandes y excelentes actores aumentando los numerosos personajes que se iban incorporando al relato, con grandes interpretaciones.
Si en un principio miramos con cuidado el respeto por la historia y la fidelidad de los acontecimientos, de los diálogos, pronto apostamos por esta producción que hemos seguido con fidelidad. ¡Cómo ha llenado esa música envolvente! La luz cálida de las velas, luces del norte y del sur, luz de Castilla premeditadamente diferenciadas.
Esos trajes tan esmeradamente creados y recreados que han causado sensación. Todo en su conjunto ha despertado expectación y ha propiciado el éxito.
Dicen que ya están con su continuación en Carlos. Esperemos que siga la producción de series históricas con una calidad como esta y que despierte en el público el seguirlo como con Isabel.
“La reina ha muerto… aunque su muerte es, para mí, el mayor trabajo que en esta vida me pudiera venir… por lo que perdí yo y perdieron todos estos reinos…”Me ha gustado y me siento muy triste al finalizar Isabel. Es tan nuestra…