
POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Georges Clemenceau, nacido en Monillone (Departamento de Pareds), en el año1841 y fallecido en París, en el año 1929, fue un insigne político y periodista francés, que frecuentaba los círculos literarios, políticos y económicos de la capital francesa.
A dichas reuniones se sumaba, cuando estaba en París, el exportador y político uleano José Ríos Torrecillas, introducido en los Círculos por Gustavo Eiffel, en el año 1908, tras la amistad que habían entablado en el Mercado Central de la capital parisina, al hacerse asiduo consumidor de cítricos, tanto por su calidad y presentación como por sus propiedades terapéuticas, ya que los utilizaba a diario, por prescripción de los galenos franceses, al no mejorar de sus dolencias reumáticas y músculo-esqueléticas con los medicamentos prescritos por los doctores galos.
Cuando el afamado arquitecto Eiffel se lo presentó a Georges Clemenceau, que era el moderador del evento, este le preguntó a Gustavo por el desconocido de habla hispana que chapurreaba un francés poco académico, a lo cual contestó un tanto ufano, el ingeniero de estructuras metálicas: Se trata de un comerciante y político murciano, de un pueblecito pequeño en la ribera del Río Segura, que se llama Ulea.
En el Mercado Central de París tiene un puesto con cítricos: naranjas y limones, que se cultivan en sus fértiles tierras; siendo reconocidas como las mejores del mercado. Eiffel hizo la presentación a Clemenceau y asistentes en el Liceo, como un avezado industrial. A continuación, antes de que se dispersaran los asistentes, elogió las cualidades políticas de José Ríos y su extensa formación cultural; faceta por la que era persona distinguida en los ambientes literarios y periodísticos de París.
Una vez presentado, Eiffel invitó a su amigo Rios a que hiciera una breve presentación en un francés que, si no era académico, si resultaba perfectamente inteligible. Tan pronto como adquirió la confianza precisa, mediaba en los asuntos políticos tanto franceses como internacionales y, cuando se dieron cuenta de que no mencionaba a España ni a los españoles, comenzó a hablar de ella; en especial de Murcia, tanto de agricultura como de comercio y de sus políticos, pero sobre todo, de su tierra: De Ulea y, su agricultura, así como de la calidad de sus productos que, merced a los mismos, tiene un gran mercado en París, Madrid y Colonia.
Como era lógico, al acabar de moderar la sesión, el señor Clemenceau, en los corrillos del Liceo se organizó una amena tertulia en la que nuestro Embajador ocasional en París elogiaba las virtudes de los políticos españoles y, sobre todos, elogiaba a aquellos que habían apostado por la comarca del Valle de Ricote y, en especial, de Ulea. Ríos Torrecillas les puso al corriente de la construcción de nuevas vías de comunicación, adecuadas a la situación emergente de la agricultura e industria de Ulea.
El Sr. Eiffel, responsable de la estancia de nuestro Embajador entre los contertulios, miraba al Uleano en París no dando crédito al énfasis que le daba a sus argumentos; a pesar de su francés tan poco ortodoxo. Ante unos oyentes atónitos, llegó a decir que su tierra era el vergel de Europa.
Se le llenaba la boca al nombrar el pueblo de donde venía y, con tanta efusión la nombraba que el propio Clemenceau, cuando lo reseñaba en sus citas habituales, le decía: Pepe Ríos Torrecillas Embajador de Ulea en París.
Invitado a escribir unas columnas en los periódicos parisinos ‘La Justice’ y ‘L´aurore’, nuestro industrial y político escribió contra las actividades antisemitas y de las posturas ambiguas del clero francés y español. Con posterioridad, en el semanario ‘Le Bloc’ ensalzó las virtudes de las Repúblicas y abundó en la conveniencia de la separación de la Iglesia y el Estado.
A raíz de aquellas amenas tertulias en el Liceo, Clemenceau, con una risa confidente, le dijo a nuestro Pepe Ríos: ¿Cuando me va a invitar a ir a su pueblo? Eiffel, que estaba junto a ellos durante la tertulia, no dejó a Ríos que contestara y, ante el estupor de los presentes le dijo: Mi querido amigo Georges, yo ya he estado en dos ocasiones, por invitación expresa del Ríos, con el fin de acudir a beneficiarme de las aguas termales del Balneario de Archena; limítrofe con Ulea.
Sí, me alojé en su casa y, todos los días, me llevaba en su calesa al balneario y esperaba a que recibiera mis sesiones de aguas medicinales, para regresar de nuevo al pueblo. Sin lugar a dudas, Pepe, se ha quedado corto en sus elogios: Aquél rincón de España: Ulea, es maravilloso. Todos los presentes quedaron sorprendidos al oír las revelaciones del insigne Gustavo Eiffel.
Allí, en el Café Liceo Francés frecuentado por el político y comerciante, José Ríos Torrecillas, se comentaban los artículos aparecidos en el noticiario francés ‘L´homme libre’, fundado en el año 1913, en el que se comentaban algunos apuntes de quién, Georges Clemenceau llamó cariñosamente el Embajador de Ulea en París.