POR JOSÉ MARÍA GOLDEROS VICARIO, CRONISTA OFICIAL DE GRIÑÓN (MADRID).
Las epidemias de cólera en España fueron una serie de brotes de cólera morbo que ocurrieron desde el primer tercio del siglo XIX hasta finales del mismo siglo. Fallecieron 800.000 personas en las cuatro pandemias que acontecieron nuestro país. Las sucesivas pandemias que sufrió España, evidentemente provocaron una recesión económica, y un cambio profundo en la sanidad. Tanto por el empleo de las vacunas creadas por Jaume Ferran i Clua . Cabe mencionar el terror causado en la población los primeros casos en España. El primer brote ocurrió a principios de 1833, en el puerto de Vigo, que se repite casi simultáneamente en Andalucía. El brote surgió en un ambiente político conflictivo e inestable, en mitad de una transición política severa. La entonces muy reciente muerte de Fernando VII tras la Década Ominosa dejó un estado débil y lleno de conflictos, acontecieron los primeros brotes durante la que sería la Primera Guerra Carlista que se desarrollaba en el norte de España. En 1884, Robert Koch descubrió el origen de la enfermedad en forma de bacilo; el combate contra su avance tuvo ya desde ese año un sentido científico, no obstante aparecen brotes epidémicos a lo largo del mundo.
Historia
Una de las características de la inicial evolución del cólera es que cada país infectado trataba de solucionar el problema por sí mismo, sin solicitar ayuda al resto y sin realizar ninguna acción conjunta, ni dar información alguna a otras naciones. En España, ocurrió de la misma forma. Las enfermedades infecciosas son una forma habitual de mortalidad, y a comienzos del siglo XX, las muertes por enfermedades infecciosas todavía suponían casi la cuarta parte de las defunciones. El cólera era una de las más temidas por la sociedad, pero no era la única que azotaba al país: un ejemplo eran la fiebre amarilla y la viruela. La mortalidad de los diferentes brotes causó unas 300 000 muertes en el periodo 1833-1834, unas 236 000 muertes en 1854-1855, unas 120 000 en 1865 y otras 120 000 en 1885. El cólera afectó en sus diversos brotes sobre todo a la mitad oriental de la península ibérica, y particularmente a los núcleos urbanos densamente poblados, de la costa y algunos de ellos también en el interior. en España existía la preocupación por conocer el origen, la prevención y el tratamiento. Sin embargo, al desconocer la etiología de la enfermedad, las acciones de carácter preventivo eran ensayos sin fundamento científico alguno
El doctor Pedro Castelló consiguió de Fernando VII la autorización para enviar, en febrero de 1832, una comisión médica compuesta por Pedro María Rubio, Lorenzo Sánchez Núñez y Francisco Paula y Folch, con el objeto de estudiar los efectos del cólera en ciudades como París, Viena y Múnich, siendo el resultado de su viaje el informe remitido desde Berlín el 31 de mayo de 1833, no publicado hasta 1834. La aparición del primer brote en la península a partir de 1832 era cuestión de tiempo. Algunas de las medidas se fundamentaban en la creación de cordones sanitarios, las cuarentenas, la habilitación de hospitales. Se mejoraron las condiciones higiénicas de algunas ciudades pobladas, limpiando con más frecuencia las calles. Se publicó un Plan Curativo del Cólera Morbo.
La primera polémica surgió cuando comenzaron a aplicarse los cordones a ciertos segmentos de la población: algunos médicos no estaban de acuerdo con la aplicación de cordones debido a que tenían dudosa eficiencia, además de que paralizaban las actividades económicas. Algunos médicos, sin embargo, estaban de acuerdo con las medidas y las adoptaban según su criterio al no haber una autoridad central de tipo sanitario]
En esta época del siglo XIX se consideraba a la enfermedad del cólera como una enfermedad epidémica, en absoluto contagiosa, y por lo tanto se pensaba que el mejor proceder era poseer una buena higiene para no adquirirla. El Plan Curativo del Cólera Se establecieron Juntas de Sanidad de régimen local. Las principales teorías patogénicas sobre el morbo eran la nerviosa, espasmódica, humoral y gastroentérica o inflamatoria. enfermedad hoy en día, sobre todo las correspondientes al segundo brote de 1855.[cita requerida]
Habían pasado nueve meses desde que el cólera había llegado a París, y año y medio desde que había llegado a Inglaterra, y las autoridades españolas y portuguesas sabían que era cuestión de tiempo la aparición del primer brote en la península. En Barcelona, se produjo un brote casi simultáneamente. El brote tuvo su inicio debido al desembarco de las tropas de combate procedentes de la Guerra de Sucesión portuguesa; es posible que fueran las responsables de su llegada a España, y fue en Andalucía donde se produjeron los casos más mortales en el verano de ese mismo año. La llegada del invierno frenó el avance de la pandemia en todo el país, y al llegar de la primavera la enfermedad alcanzó en un segundo avance Madrid. Otras historias mencionan que la enfermedad vino a bordo del barco de vapor «Isabel la Católica», que procedía de Grecia; en él, viajaban tres enfermos que fueron incomunicados en el lazareto correspondiente. A pesar de todo, días después aparecieron casos en Redondela, Tuy, Vigo, Pontevedra y en casi todos los pueblos de la provincia El foco del sur de España fue más virulento, y se propagó con gran fuerza a Madrid, Toledo, Guadalajara, Soria, Ávila, Burgos y Cuenca. En la capital, ya en el mes de julio de 1834, el terror de la enfermedad era de tal intensidad que se produjeron matanzas de frailes, acusados de causar la enfermedad por envenenamiento de las aguas. El suceso fue recogido por la prensa local. Se comenzaba a sospechar de todo el mundo, de los aguadores, los farmacéuticos, de los médicos.7 El número de denuncias de personas que se sospechaba contaminaban el agua se multiplicaron.[cita requerida]
Hubo una tercera vía de entrada del cólera de 1834 a través del Mediterráneo, Baleares y Tarragona. Una de las causas fue el navío español Tritón, que conducía militares hacia el protectorado español de Marruecos. Los militares de las tropas españolas del África pasaron la enfermedad a los civiles y de este contacto la enfermedad se propagó por las ciudades. Esta primera epidemia de afectó a unas 1.394 poblaciones, la última provincia afectada fue Cáceres. Del primer brote casi 300.000 personas fueron afectadas, un tres por ciento de la población. Los casos se propagaban debido a los pasajeros de barcos
La epidemia de 1855 afecta a amplias zonas del interior. Este segundo brote es el más documentado por la prensa de la época y del que más calado hay en la memoria de los afectados. Cabe pensar que uno de cada diecinueve españoles se vio afectado en la segunda epidemia. Siendo no el más mortífero de los brotes de cólera acaecidos en España en el siglo XIX, fue devastador por las consecuencias que generó su miedo. En algunas ciudades, como en Madrid, se renovó el sistema de comunicación y saneamiento de aguas, creando el Canal de Isabel II. En las provincias españolas fueron apareciendo sucesivamente brotes epidémicos. Este brote atacó con mayor virulencia a las clases bajas, en especial las trabajadoras.[cita requerida]
En 1865, el cólera entró en España por el puerto de Valencia, y las provincias más afectadas fueron Valencia, Palma de Mallorca, Gerona, León, Albacete, Huesca y Teruel. El doctor Antonio Fernández García realizó una labor encomiable de recopilación de datos. En España, durante el periodo de 1855 a 1865 habían ocurrido cambios políticos.[cita requerida]
En 1885, una gran epidemia de cólera afectó a unas 5000 personas, de las cuales murieron el 50 por ciento en la provincia de Jaén. En julio de 1885, ya afectaba a poblaciones como Villacarrillo, Torreperogil, Cazorla, Arjonilla o Baeza. Aunque el primer caso se registró en Jaén el 13 de agosto, durante un mes antes se dieron fallecimientos que tuvieron como causa enterocolitis, diagnóstico que puede interpretarse como un eufemismo para referirse al cólera cuando no se quiere declarar la enfermedad. El total de víctimas mortales en la capital fue de 611, similar al de la epidemia de 1855, pero menor, porcentualmente. de todas formas, mucho más elevado que el del conjunto
Se realizaron procesiones religiosas, rogativas por las calles de la ciudad, como la del Señor de las Tribulaciones. La actitud del pueblo santacrucero durante la epidemia le valió a la ciudad el título de «Muy Benéfica» y la Cruz de Primera Clase de la Orden Española de Beneficencia.10 Se estima que fueron atacados por la enfermedad 1.744 ciudadanos (el 8,84% de la población), de los que fallecieron 382 (el 21,90%).9
El primer brote de cólera fue tratado muy discretamente por la prensa española. Por ejemplo, en la prensa madrileña la situación real se disimuló hasta que el brote alcanzó la capital en 1834. Se temía que la enfermedad paralizase las actividades de comercio. Las pandemias de cólera, y sobre todo la de 1885, se han estudiado ampliamente, tratando incluso sus dimensiones terapéuticas. Las polémicas sobre los posibles tratamientos científicos, las discusiones sobre los más eficaces, todos ellos fueron de gran trascendencia y crearon alarma social. Cabe destacar la vacunación de Ferrán y la polémica nacional desatada en torno a la misma. De todas formas, la polémica social se encontraba en los frecuentes tratamientos milagrosos. No faltaban los ensalmadores que curaban mediante oraciones, palabras mágicas y signos. La multitud de formas de pretender curar la enfermedad dependió fundamentalmente de las doctrinas etiopatogénicas que tenían los médicos de la época. Como profiláctico, se recomendaban el sulfato de quinina, el alcanfor y el ácido benzóico; otros remedios fueron el cigarro de cinabrio, un mineral rico en mercurio, y el humo de carbón de leña.[cita requerida]
El nivel de indigencia en las ciudades era alto; desde finales del siglo XVIII, el número de personas en esas condiciones en las grandes ciudades no dejaba de crecer. Este grupo social fue el que dirigió revueltas populares, unas dirigidas contra la Iglesia y otras contra otros organismos jerárquicos de poder.7 Se produjeron motines en las grandes ciudades. Su estilo de vida, carente de higiene, de comida y de medios básicos, los convirtió en uno de los objetivos de la enfermedad. Las ciudades y pueblos se aislaron y sufrieron controles de acceso. Las ciudades amuralladas emplearon las murallas como «barrera de acceso». A los sospechosos se les conducía a los lazaretos. Las guerras Carlistas, con su consiguiente movimiento de tropas, ayudaron a la expansión de las epidemias de cólera. El terror que causaba la enfermedad hizo que el brote de cólera de 1865 vaciara ciudades como Madrid y Burgos. Un gran porcentaje de la población se desplazó, y dejó sus negocios abandonados y las ciudades despobladas. Antes de estas epidemias, los cementerios en España se encontraban ubicados en el centro de las ciudades, a veces cercanos a los propios hospitales y en ocasiones se enterraba a las personas dentro de las iglesias. El traslado de los cementerios desde el centro de las poblaciones a sus afueras se debió precisamente a la cantidad de decesos. En muchos casos, los cementerios pasaron de estar intramuros a extramuros de las ciudades.13 En muchos cementerios, se mantenían abiertas fosas «familiares», a la espera de nuevos fallecimientos entre los parientes cercanos para taparlas cuando quedaran llenas. Tras los primeros brotes, rara era la ciudad que no tenía los cementerios ubicados en las afueras; en la actualidad, algunos de los cementerios populares se encuentran en las afueras, y datan de comienzos del siglo XX.14
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↑ Señor de las Tribulaciones – Señor de Santa Cruz
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↑ Real Orden de 2 de junio de 1833.
↑ D Peral Pacheco (1991). El cólera y los cementerios en el siglo XIX. Norba – Revista de Historia.
matanza de frailes en Madrid de 1834
FUENTE: CRONISTA J.M.G.V.