
POR SILVESTRE DE LA CALLE GARCÍA, CRONISTA OFICIAL DE GUIJO DE SANTA BÁRBARA (CÁCERES).
La carne de potro, procedente de individuos juveniles de la especie caballar, es cada vez más común en el mercado y en las cartas de los restaurantes, aunque su consumo es todavía muy inferior al de carnes más baratas como el pollo o el cerdo y más «tradicionales» como la ternera o el cordero.
Sin embargo, el principal motivo por el que se consume menos de lo que debería es el desconocimiento.
Por ello, trataremos en estas líneas de dar a conocer esta carne alternativa y sana.
Durante miles de años, la carne de diversos équidos salvajes constituyó una parte fundamental de la dieta de los cazadores paleolíticos de gran parte del mundo, desde las extensas planicies americanas hasta la meseta castellana.
Los équidos se originaron precisamente en el continente americano desde donde pasaron a Asia, Europa y África dando lugar a una gran diversidad de especies, algunas de las cuales serían domesticadas o amansadas en el neolítico, convirtiéndose el burro o asno y el caballo en dos especies claves para el Hombre.
El caballo doméstico procede del caballo salvaje que habitaba en las estepas euroasiáticas, siendo domesticado en el neolítico en una fecha muy discutida por los expertos pero después de que fueran domesticadas las cabras, las ovejas, las vacas e incluso los burros.
Fueron domesticados en las estepas orientales europeas, desde donde se extendieron al resto del Viejo Mundo, para llegar a América en el siglo XVI donde paradójicamente se habían extinguido los équidos hacía unos 10.000 años.