LAS CARANTOÑAS: LA CELEBRACIÓN DEL DÍA DE SAN SEBASTIÁN EN ACEHÚCHE • HABÍA NACIDO EL RITO; SE HABÍA DISEÑADO SOBRE LA TIERRA LA COSTUMBRE ANCESTRAL QUE FUNDE NATURALEZA Y DEVOCIÓN, QUE UNE MITO Y RELIGIÓN
Ene 24 2015

POR SALVADOR CALVO MUÑOZ, CRONISTA OFICIAL DE ACEHÚCHE (CÁCERES)

Las Carantoñas: La celebración del día de San Sebastián en Acehúche.
Las Carantoñas: La celebración del día de San Sebastián en Acehúche.

No hace mucho tuvimos ocasión de ver y oír en alguna historia cinematográfica a un centurión romano que proclamaba una frase definitiva: «¡Fratres, hermanos! Lo que hacemos en esta vida tiene su eco en la eternidad». Este año, aquí, delante del santo patrón, romano también como el citado, constatamos que aquella frase es cierta, firme y verdadera. Porque no alcanzaremos a medir la eternidad; pero mientras vivamos podremos ir dejando, año tras año, nuestro fervor y devoción por la figura de este centurión, soldado y mártir que, por los designios del azar, o de alguna afortunada inspiración, vino a ser nuestro protector, nuestra ayuda y, muchas veces, nuestro consuelo.

Cada año repetimos el rito, conmemoramos nuestra costumbre, añoramos a nuestros antepasados y le recordamos a San Sebastián que los acehucheños seguimos estando en sus manos, en esta ardua tarea de la vida y las ilusiones, con el deseo de que no se apague nunca esta íntima relación entre El y nosotros. Acehucheños desde las crestas del Pedroso, en levante, hasta el piélago que forman las aguas del Tajo y la Rivera, detrás del Cerro de Malaseritas, en poniente; desde San Cristóbal, Bodegón y El Castillo, al mediodía, hasta la Peña del Hornito y el Cerro del Buho, por el norte.

Acehucheños, desde que sale el sol por Santa Catalina hasta que nos deja tras el horizonte de Alcántara. Y por doquiera, nuestra esencia y nuestra identidad. Acehucheños del más allá, en Coria, en Cáceres, en Hernani o en Mataró; al fin y a la postre, donde haya un acehucheño, habrá un recuerdo de rincones, calles, arroyos y nostalgias, y sobre todas las cosas, moverá el sentimiento de un acehucheño la figura de este hombre, y santo mártir, que dio su vida por defender sus creencias.

ESTE SOLDADO de Cristo, que antes lo fue del emperador Diocleciano, ante el cual entregó su vida en defensa de sus hermanos de fe, y cuya fama, desde las catacumbas de Roma, trascendió hasta las latitudes más alejadas del Imperio por las calzadas romanas. Desde la Via Aurelia de Italia a la Vía Augusta en Hispania, el nombre de Sebastián corrió de boca en boca entre colonos y soldados, y llegó a la Lusitania, quién sabe si por el puente de Alcántara, que casi vemos, o por la Vía de la Plata, que atraviesa el Tajo por Alconétar y asciende por el Puerto de los Castaños.

Pasan las estaciones, los años, las décadas y los siglos; pero desde que una vez, hace mucho, unos cuantos acehucheños del pasado se reunieron en torno a la ermita de los Santos Mártires, que estuvo en el paraje del mismo nombre, según salimos del pueblo hacia poniente; desde entonces, desde aquel veinte de enero que se pierde en la noche del tiempo, nos juntamos para recordarle a San Sebastián que seguimos encomendándonos a él y que está presente en nuestro corazón y en nuestra identidad.

Y desde aquella vez, o tal vez algún tiempo más adelante, los acehucheños que festejaban el canto de la vida y de la naturaleza mimetizándose con el tacto y la fuerza de los animales silvestres, se acercaron a los otros que se encomendaban al santo romano y también lo adoraron.

Había nacido el rito; se había diseñado sobre la tierra la costumbre ancestral que funde naturaleza y devoción. Habíamos unido identidad e historia, mito y religión, y aquí seguimos, como una de las muestras más auténticas de los pueblos que habitaron y poblaron un día los márgenes del río Tajo.

DICE Don Publio Hurtado, aquel historiador cacereño, en su libro de castillos y torres, que los romanos construyeron torreones y fortalezas a lo largo de las márgenes del Tajo. Muy cerca de Acehúche está «El Castillejo». Acaso ya entonces aquella mínima población oyera hablar del mártir Sebastián.

Sabemos que cuando se produce la definitiva cristianización de nuestros antepasados, que sube desde Mérida, había en algunos lugares, y sin duda Acehúche era uno de ellos, la costumbre ancestral de celebrar la vida imitando a la naturaleza silvestre.

Y luego, lo contado: una sencilla ermita, unos cofrades, una celebración humilde y la presencia inquietante de unos cuantos acehucheños bajo las pieles, que repiten, como hoy, su amor a la vida y su devoción por aquel santo romano.

He aquí que hoy, día de San Sebastián, los acehucheños que estamos ahora frente a nuestro amigo, protector y patrón, musitamos, hacia adentro, una sencilla oración, en la que le pedimos al noble y reverenciado mártir que interceda por nuestros ancestros, por nuestros antepasados, por nuestros familiares y amigos, que pusieron rumbo a la eternidad desde la atalaya de Santa María.

Y pedimos también, íntimamente, a San Sebastián para que ayude a los que tenemos al lado, y a todos con los que convivimos cada día, den o no sus pasos por las calles de Acehúche. Te alabamos y reverenciamos, Sebastián. Intercede, pues, por nosotros.

Fuente: ;http://www.elperiodicoextremadura.com/

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