POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Las tremendas sequías de los años finales del siglo XIX, en Ulea, eran propicias para que los animales silvestres, de las estribaciones del monte de Verdelena, tales como lobos, raposos y algún jabalí, abandonaran sus cobijos en la sierra y se introdujeran en los cultivos, corrales y ejidos aledaños, en busca de agua y comida pues por allí, pastaban los ganados.
Los agricultores y ganaderos que tenían sus predios en aquellas latitudes, eran sabedores de qué, estos animales salvajes, aprovechando la oscuridad de la noche, se acercaban a sus huertas y corrales, en busca de agua y comida. Por tal motivo, en dichos parajes, en la ladera norte del monte Verdelena los Pastor, los mancos, los oréganos, los gallos, los Hernández, los González (pelucos), los rosinos, los Cutillas y algunos más, montaban guardia y daban recompensas- en dinero o especie- a quienes apresaran a estos animales depredadores.
Causó tal zozobra en la comarca que los Regidores del Ayuntamiento de Ulea, Joaquín Sánchez Valiente, Damián Abellán Miñano y Antonio Tomás Sandoval, habida cuenta de los destrozos que ocasionaban estos animales y, en vista de que los agricultores y ganaderos de la zona se veían impotentes para cazar o ahuyentar a dichas alimañas, ofrecieron recompensas monetarias a quienes mostraran ante el Regidor o el Escribano la pieza cazada, dejando constancia de que los gastos que se produjeran se devengarían como gastos imprevistos del Consistorio Municipal.
Como la causa principal de la avalancha de animales depredadores en la ladera del monte Verdelena, era la falta de agua, debido a la escasez de lluvias, se acuerda implorar de la Divina Providencia por los Caballeros Comisarios de Fiestas se pase mensaje al señor cura párroco de Ulea, Juan Guzmán Nicolini, con el fin de que, una vez por semana, se hagan rogativas, durante las misas, con el fin de remediar dichas necesidades.